Arquitectura Efímera
SIEMPRE EXISTE la duda entre la inversión o el gasto. Entre la compra o el alquiler, entre un edificio sólido o un escenario temporal que cumpla la utilidad requerida.
En la escena artística ocurre igual y los proyectos creativos se debaten entre lo pasajero y lo permanente.
Las bienales de arte son un referente en proyecciones pasajeras, se celebra una gran traca durante una época y al acabar no queda otra cosa que el olor a pólvora. Algunas de las novedades de la actual Bienal de Pontevedra, la XXXI, tienen que ver con la transcendencia del discurso. Por un lado, se trata de la primera bienal en la ciudad del Lérez con un leitmotiv. El ámbito artístico de Centroamérica y Caribe, con sus relaciones postrimeras, es el tema central de la convocatoria. Además, hay una vocación por trascender a las propias fechas de celebración del evento bienalístico y se han creado segmentos que tendrán permanencia en la ciudad una vez finalizada la cita.
Como prolegómeno, la artista Tania Bruguera, presente en la bienal, inauguró una muestra individual en la Fundación RAC de Pontevedra, al tiempo que celebra un taller en el museo MARCO de Vigo. Una exposición en la que efigies de busto de modelos al natural, realizadas en barro, eran fagocitadas por el modelo tras ser finalizadas. Varios operarios trabajaban sobre un cartel de campo de exterminio que lee, "el trabajo os hará libres". Y un huevo se presenta junto a un soplete, representando la fragilidad del ser humano frente a las agresiones externas, inspirado en una historia tradicional china. Un conjunto de obras que dejan estupefacto a cualquiera.
Otra arquitectura, no tan efímera, se inauguró esta semana en Bilbao. La exposición dedicada a Henri Rousseau, en el Guggenheim, reúne un conjunto de obras principales del maestro vanguardista. Un creador que fue valorado desigualmente por su círculo de amigos entre los que se encontraban Pablo Picasso, Max Weber, Léger y que en la actualidad representa uno de los pilares del arte del siglo XX. En Bilbao además, hay un impresionante desarrollo urbanístico, conocido desde hace años por el Guggenheim y sus sinergias. Que en la actualidad se ve ampliado por el centro cultural la Alhóndiga, diseñado por Philippe Starck y la torre Iberdrola de César Pelli, que tiene 165 metros. Arquitecturas emblema como nuestra Ciudad de la Cultura, ¡claro que esas ya están al punto de habitabilidad!. Entre lo efímero y lo permanente, a buen ritmo.
En la escena artística ocurre igual y los proyectos creativos se debaten entre lo pasajero y lo permanente.
Las bienales de arte son un referente en proyecciones pasajeras, se celebra una gran traca durante una época y al acabar no queda otra cosa que el olor a pólvora. Algunas de las novedades de la actual Bienal de Pontevedra, la XXXI, tienen que ver con la transcendencia del discurso. Por un lado, se trata de la primera bienal en la ciudad del Lérez con un leitmotiv. El ámbito artístico de Centroamérica y Caribe, con sus relaciones postrimeras, es el tema central de la convocatoria. Además, hay una vocación por trascender a las propias fechas de celebración del evento bienalístico y se han creado segmentos que tendrán permanencia en la ciudad una vez finalizada la cita.
Como prolegómeno, la artista Tania Bruguera, presente en la bienal, inauguró una muestra individual en la Fundación RAC de Pontevedra, al tiempo que celebra un taller en el museo MARCO de Vigo. Una exposición en la que efigies de busto de modelos al natural, realizadas en barro, eran fagocitadas por el modelo tras ser finalizadas. Varios operarios trabajaban sobre un cartel de campo de exterminio que lee, "el trabajo os hará libres". Y un huevo se presenta junto a un soplete, representando la fragilidad del ser humano frente a las agresiones externas, inspirado en una historia tradicional china. Un conjunto de obras que dejan estupefacto a cualquiera.
Otra arquitectura, no tan efímera, se inauguró esta semana en Bilbao. La exposición dedicada a Henri Rousseau, en el Guggenheim, reúne un conjunto de obras principales del maestro vanguardista. Un creador que fue valorado desigualmente por su círculo de amigos entre los que se encontraban Pablo Picasso, Max Weber, Léger y que en la actualidad representa uno de los pilares del arte del siglo XX. En Bilbao además, hay un impresionante desarrollo urbanístico, conocido desde hace años por el Guggenheim y sus sinergias. Que en la actualidad se ve ampliado por el centro cultural la Alhóndiga, diseñado por Philippe Starck y la torre Iberdrola de César Pelli, que tiene 165 metros. Arquitecturas emblema como nuestra Ciudad de la Cultura, ¡claro que esas ya están al punto de habitabilidad!. Entre lo efímero y lo permanente, a buen ritmo.
Román Padín Otero