El museo MARCO de Vigo presenta la exposición "89km", una colectiva que reúne una selección de fondos de la colección del CGAC. Comisariada por Virginia Torrente, refiere el título de la exposición a la distancia que separa las dos ciudades gallegas, espacio entre el que durante unos meses circulará la colección del centro de arte santiagués para que pueda ser vista por otros públicos en otros ámbitos.
La heterogeneidad de la colección permite hacer una visión en panóptico por algunas de las formas de expresión plástica más certeras y significativas de las últimas décadas. Si el mundo tiene un leitmotiv recogido por el arte, ese es el del caos. Y la obra de Thomas Hirschhorn, representa de manera lúcida ese cataclismo que es el mundo en el siglo XXI. Las diferencias económicas lacerantes, las contradicciones económicas, sociales, políticas y religiosas, se ponen de manifiesto en las obras de este creador que emplea un lenguaje de gran ruina o estética de habitáculo incidental para plasmar su universo. En la muestra olívica hay una gran pieza suya.
Dentro del caos del mundo, hay juventud como en las fotografías de Wolfgang Tillmans, de una belleza y laudatio de la estética teen. Y hay contrapostos hipermodernos, como los personajes descolocados de Erwin Wurm.
La escultura se escapa de la peana y toma formas inauditas a lo largo de todo el siglo XX y en los artistas contemporáneos encuentra paroxismos creativos. Los cuadros tridimensionales de Francis Alÿs, los muebles escultura de Liam Gillick o las maquetas decorativas de Salvador Cidrás, son algunos modelos de nueva forma escultórica. Si hay tradición no hay plagio, y eso es lo que encontramos en la gran pieza de Mona Hatoum, que como un artefacto de Max Ernst o Pabo Picasso, desafía la sexualidad y se convierte en aracnido fornicador de convexidades.
Dibujos y otras intimidades fotográficas, con las casas ciegas de Alexander Apóstol, las cajas de Brillo de Suso Fandiño o los vídeos íntimos de Vicente Blanco o Diego Santomé.
En el final el museo tirado y apilado como piezas de un lego gigante firmado por Elmgreen&Dragset, una metáfora sobre el caos que vemos ordenado en el cubo blanco.
Es un lazo de Moebius, en el que flotando en el caos de un planeta sangrante, donde la pena de muerte en China se solapa con una expo; el desgobierno en España se solapa con los realities; la penuria en África con un mundial de fútbol y la miseria con brocados de oro, encontramos un principio y un final. El desorden entre el que hay que caminar mirando al frente y extendiendo manos para hacer valer la heterogeneidad del mundo en el siglo XXI.