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Joyas surrealistas
¡Sacre bleu, mes bijoux!
La sección dedicada a las joyas en la exposición “Cosas del surrealismo” sirve de excusa para revisitar aspectos diamantinos del movimiento inspirado en los sueños.
Algunos miembros del movimiento surrealista como Dalí, Magritte, Cocteau, Chirico, Max Ernst o Miró colaboraron con grandes modistos como Elsa Schiaparelli, grandes joyeros como Fulco di Verdura o grandes musas como Nusch Éluard, la esposa del poeta Paul Éluard para crear objetos de moda y joyería únicos.
La moda y su ámbito sirvió a los artistas del grupo creado por André Breton para difundir su imaginario lleno de objetos dedicados a usos inverosímiles que se estampaban en telas, se convertían en bolsos, devenían sombrero o eran transformados en preciosas creaciones de alta joyería.
Una de las modistas que colaboró de forma más exitosa con el movimiento surrealista fue Elsa Schiaparelli. Con la creadora de origen italiano la fantasía artística se adueñó de la moda y llevó el arte por vez primera a la calle de un modo innovador e impredecible.
Para entrar en la boutique de Schiap, en la Place Vendôme había que cruzar a través de una jaula diseñada por Jean-Michel Franck. Esa dialéctica de ser atrapado por la jaula de la boutique o ser atrapado por la moda resulta de por sí surreal y fascinante.
En el interior de la tienda, había sombreros con forma de zapato creados en colaboración con Dalí. Zapatos hechos de pelo de mono. Chaquetas de fiesta con bordados de Lesage creados por Jean Cocteau, abrigos con bolsillos en forma de cajón como la Venus dalidiana y trajes de noche estampados con langostas, desgarrones en el tejido o con la forma de un esqueleto.
La audacia de Schiap no tenía límites y encontraba en los perfumes y las joyas el paroxismo de su libérrima conducta iconoclasta.
En la década de los treinta, unos pequeños diablillos se convertían en botones y broches para completar una chaqueta de costura diseñada por Schiap que fue adquirida Nusch Éluard. Picasso fascinado por la visita de la elegante dama a su estudio, la retrata con esas joyas, la chaqueta y un sombrero en forma de herradura. El retrato perteneciente a la colección del Museo Picasso de París, datado en el año 1937, es sin duda el resumen de una época que integró con naturalidad la moda con el arte en los círculos más sobresalientes.
Otras joyas de la diseñadora surrealista por excelencia, eran una pulsera de pelo salvaje creada para la casa Schiaparelli por Meret Oppenheim o unos delirantes collares plagados de insectos y pulseras con variaciones del tarot y la astrología, todos ellos temas dilectos entre los surrealistas.
Entre los artistas más vinculados a la alta sociedad en el siglo XX, Salvador Dalí ocupa un lugar destacado, sobre todo en su etapa norteamericana a partir de la década de los años cuarenta. No sólo pintó espléndidos cuadros en su periplo estadounidense sino que su incursión en los ambientes adinerados le posibilitó la creación de las joyas más insólitas de la historia. A través de la heredera Caresse Crosby, tuvo contacto con el joyero Fulco de Verdura y por la relación con este genio de las piedras preciosas creó piezas como el collar fuente, el broche estrella de mar, el anillo de leones, los pendientes teléfono, la pitillera hoja venenosa o el broche con los labios de Mae West.
Por su parte el propio Fulco di Verdura tenía ya una sólida trayectoria como creador de complementos, pues era el colaborador de Coco Chanel para la invención de las singulares cadenas, brazaletes y broches característicos del estilo Chanel.
Joyeros como Jean Schlumberger, quien diseñó para Tiffany durante décadas, retomó el espíritu onírico, sorprendente, de formas excesivas y grandes tamaños propio del surrealismo para crear joyas preciosas que lucirían damas como Babe Paley o Milicent Rogers en la segunda mitad del siglo XX. Una exposición en el Louvre homenajeó a Schlumberger en los años noventa y hace dos temporadas la muestra “Bijoux des Stars” en el Museo Carnavalet de París exhibió, entre otras las joyas de esas dos damas de la alta sociedad. Broches con forma de guisante, pulseras con medusas, relojes con forma de botella de güisqui recordaban al surrealismo más iconoclasta actualizado en los más increíbles objetos.
Actualmente la más surrealista de las creadoras de joyas es la casa Dior. Bajo la dirección de Victoire de Castellane proponen temporada tras temporada las más delirantes combinaciones de piedras preciosas con esmaltes, oro con perlas y plata con coral para recrear un universo zoomorfo y de flora onírica que destaca no sólo por el tamaño de las joyas (siempre extralarge), sino también por las formas ameboideas y acuosas de las joyas. Todo en Dior joyería recuerda el mundo blando de los sueños surreales. Son tesoros que abren el sésamo de Alí Babá para ver en sueños el arte precioso de la joya surreal.
Román Padín Otero I´ve publicado cette article autour des bijoux surrealites dans ARTNOTES, le chic c´est freak