De soledades y compañías
La artista británica Hannah Collins ha sido invitada a presentar su visión naturalista de la contemporaneidad en un proyecto expositivo compartido entre el Artium de Vitoria y la Obra Social de la Caixa. Los muestreos sociológicos de la artista archivan la memoria de lugares tangenciales a los centros mundiales del consumo hipermoderno.
Hannah Collins. “Historia en Curso”. Fotografía y vídeo. Artium 23 octubre 2008 a 11 enero 2009
En la exposición de Hannah Collins se hace la proyección multipantalla de tres filmes. “La mina” del año 2001; “Paralelo” e “Historia en curso”, ambas del año 2007. Además se presentan fotografías panorámicas de gran formato.
El discurso de las obras y del universo creativo de la artista se adscribe a la línea de trabajo de nuevo naturalismo que interesa a numerosos miembros del ambiente artístico del siglo XXI. Lo que podríamos llamar parafraseando a Montaigne “Les essais” de Collins, son una sucesiva colección de asertos en forma gráfica que extractados de la realidad o en ocasiones recreados en ficción verdadera sobre la misma, deshojan las eternas inquietudes del alma. Los vínculos afectivos y sus postrimerías con las cuestiones de la dificultad para entablar relaciones o las soledades, son las materias que ocupan el índice temático de la obra de Collins.
En manera notable el retrato de personas anónimas es el tema de las “Pictures” móviles y estáticas de Collins. En sus vídeos y fotografías aparecen las vivencias de la “ordinary people”.
El grupo de pop británico Pulp, puso hace años en las emisoras de todas las radios con la voz de chico malo de su líder Jarvis Cocker, un pegadizo himno en defensa de la gente normal que hace cosas normales y vive en casas normales. La canción se titulaba Common People. En ella hacían una estadística de los gustos y costumbres de la gente corriente que incluía actividades como la compra en el supermercado, vivir de alquiler encima de una peluquería o las dificultades para acceder a los estudios. Este análisis de las cosas de la vida diaria hecha con cierta ironía estaba anclada en la problemática mainstream o mayoritaria de la vida en los países desarrollados.
Hannah Collins también retrata a gente corriente pero lo hace en escenarios de diversidad. Un poblado gitano, una pequeña ciudad de la Rusia central, los no lugares de la emigración, son entre otros, los “site specifics” elegidos para sus genealogías del afecto. Ambientes que afrontan pues, una problemática de las necesidades más extremas de los actores del mundo contemporáneo en aquellos ámbitos tangentes a las urbes del desarrollo.
En ocasiones el arte transforma en personajes peculiares a individuos comunes gracias a la sublimación realizada por medio de la música, la pintura, la escultura, el vídeo o la fotografía. Son muchos los artistas que desde diversos soportes técnicos rescatan las efigies peculiares y rasgos singulares de personas reales para crear su universo plástico. Los catálogos de aspectos físicos creados a partir de la observación de la gente en la calle o el análisis del modelo en el estudio es soporte inspirador en todas las formas de creación artística desde la antigüedad.
El creciente interés por el naturalismo en el arte contemporáneo lleva a que las personas reales o comunes aparezcan como base para múltiples retratos “abstractos”. Con esta forma de retratar, se elaboran archivos de los arquetipos humanos del siglo XXI y se hacen explícitas sus problemáticas con una vocación de denuncia y puesta en valor de las necesidades de los hombres en todos los continentes. El trabajo de Collins recoge está semilla y le añade el paradigma de lo documental como fórmula para hacer “más real la realidad”.
En la revisitación que se está haciendo en la actualidad al naturalismo se debe recordar el naturalismo del siglo XIX como antecedente. A lo largo del siglo XIX entre el gusto por el neoclasicismo y lo romántico, destacó un interés por retratar el “precio del pescado”, en recuerdo al célebre cuadro de pintor Sorolla. Ese momento en que Nana, la novela de Zola, era Nana la mujer y compartía espacio en el elenco de las artes con Fortunata y Jacinta de Galdós o los Pazos de Ulloa de la Pardo Bazán. Una época en que se retrataba con igual realismo a la alta sociedad de los Madrazo con La condesa de Vilches, vestida de azul que el Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga de Antonio Gisbert.
Ese naturalismo habitado por dramas sociales, vidas truncadas por la marginalidad, desamores, cuestiones culturales y condicionantes políticos se repite en el mundo de hoy y artistas como Hannah Collins lo retratan con realismo apoyadas en las técnicas novedosas de la actualidad. No es con los óleos, sino con las cámaras con los que fija hoy el recuerdo de la imagen natural Hannah Collins. Así en “La mina” se adentra en una comunidad gitana para hacer un puzzle social, estético, político y ético. En “Paralelo” analiza los movimientos internacionales de las personas y sus dificultades, conociendo la historia de tres personas en el conflicto de Africa y Europa. Un camerunés arriesga su vida para instalarse en Madrid. Una ugandesa vive en Roma en el ambiente de las instituciones diplomáticas y humanitarias. Una mujer de Costa de Marfil vive en Londres vinculada a la religión evangélica cuidando de su hijo. En “Historia en curso” retrata las complejas situaciones creadas por regímenes políticos extintos como el soviético en una población a las afueras de Nizhny Novgorod en la Rusia Central y los dramas de la desocupación que arrastra al juego, la superstición y la religión.
Hace dos siglos el mundo sangrante y urbano daba un naturalismo de revolución industrial lleno de los últimos coletazos del antiguo régimen.
En la actualidad las mismas heridas y los conflictos de la urbe con el campo dan en producir un naturalismo de transgenie hipermoderna en donde todo parecen expectativas limitadas. Hannah Collins nos invita a reflexionar sobre las cuestiones sociales a través de la presentación de la información documental que ella elabora y que se expone en las salas de los museos de arte.
Román Padín Otero
La artista británica Hannah Collins ha sido invitada a presentar su visión naturalista de la contemporaneidad en un proyecto expositivo compartido entre el Artium de Vitoria y la Obra Social de la Caixa. Los muestreos sociológicos de la artista archivan la memoria de lugares tangenciales a los centros mundiales del consumo hipermoderno.
Hannah Collins. “Historia en Curso”. Fotografía y vídeo. Artium 23 octubre 2008 a 11 enero 2009
En la exposición de Hannah Collins se hace la proyección multipantalla de tres filmes. “La mina” del año 2001; “Paralelo” e “Historia en curso”, ambas del año 2007. Además se presentan fotografías panorámicas de gran formato.
El discurso de las obras y del universo creativo de la artista se adscribe a la línea de trabajo de nuevo naturalismo que interesa a numerosos miembros del ambiente artístico del siglo XXI. Lo que podríamos llamar parafraseando a Montaigne “Les essais” de Collins, son una sucesiva colección de asertos en forma gráfica que extractados de la realidad o en ocasiones recreados en ficción verdadera sobre la misma, deshojan las eternas inquietudes del alma. Los vínculos afectivos y sus postrimerías con las cuestiones de la dificultad para entablar relaciones o las soledades, son las materias que ocupan el índice temático de la obra de Collins.
En manera notable el retrato de personas anónimas es el tema de las “Pictures” móviles y estáticas de Collins. En sus vídeos y fotografías aparecen las vivencias de la “ordinary people”.
El grupo de pop británico Pulp, puso hace años en las emisoras de todas las radios con la voz de chico malo de su líder Jarvis Cocker, un pegadizo himno en defensa de la gente normal que hace cosas normales y vive en casas normales. La canción se titulaba Common People. En ella hacían una estadística de los gustos y costumbres de la gente corriente que incluía actividades como la compra en el supermercado, vivir de alquiler encima de una peluquería o las dificultades para acceder a los estudios. Este análisis de las cosas de la vida diaria hecha con cierta ironía estaba anclada en la problemática mainstream o mayoritaria de la vida en los países desarrollados.
Hannah Collins también retrata a gente corriente pero lo hace en escenarios de diversidad. Un poblado gitano, una pequeña ciudad de la Rusia central, los no lugares de la emigración, son entre otros, los “site specifics” elegidos para sus genealogías del afecto. Ambientes que afrontan pues, una problemática de las necesidades más extremas de los actores del mundo contemporáneo en aquellos ámbitos tangentes a las urbes del desarrollo.
En ocasiones el arte transforma en personajes peculiares a individuos comunes gracias a la sublimación realizada por medio de la música, la pintura, la escultura, el vídeo o la fotografía. Son muchos los artistas que desde diversos soportes técnicos rescatan las efigies peculiares y rasgos singulares de personas reales para crear su universo plástico. Los catálogos de aspectos físicos creados a partir de la observación de la gente en la calle o el análisis del modelo en el estudio es soporte inspirador en todas las formas de creación artística desde la antigüedad.
El creciente interés por el naturalismo en el arte contemporáneo lleva a que las personas reales o comunes aparezcan como base para múltiples retratos “abstractos”. Con esta forma de retratar, se elaboran archivos de los arquetipos humanos del siglo XXI y se hacen explícitas sus problemáticas con una vocación de denuncia y puesta en valor de las necesidades de los hombres en todos los continentes. El trabajo de Collins recoge está semilla y le añade el paradigma de lo documental como fórmula para hacer “más real la realidad”.
En la revisitación que se está haciendo en la actualidad al naturalismo se debe recordar el naturalismo del siglo XIX como antecedente. A lo largo del siglo XIX entre el gusto por el neoclasicismo y lo romántico, destacó un interés por retratar el “precio del pescado”, en recuerdo al célebre cuadro de pintor Sorolla. Ese momento en que Nana, la novela de Zola, era Nana la mujer y compartía espacio en el elenco de las artes con Fortunata y Jacinta de Galdós o los Pazos de Ulloa de la Pardo Bazán. Una época en que se retrataba con igual realismo a la alta sociedad de los Madrazo con La condesa de Vilches, vestida de azul que el Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga de Antonio Gisbert.
Ese naturalismo habitado por dramas sociales, vidas truncadas por la marginalidad, desamores, cuestiones culturales y condicionantes políticos se repite en el mundo de hoy y artistas como Hannah Collins lo retratan con realismo apoyadas en las técnicas novedosas de la actualidad. No es con los óleos, sino con las cámaras con los que fija hoy el recuerdo de la imagen natural Hannah Collins. Así en “La mina” se adentra en una comunidad gitana para hacer un puzzle social, estético, político y ético. En “Paralelo” analiza los movimientos internacionales de las personas y sus dificultades, conociendo la historia de tres personas en el conflicto de Africa y Europa. Un camerunés arriesga su vida para instalarse en Madrid. Una ugandesa vive en Roma en el ambiente de las instituciones diplomáticas y humanitarias. Una mujer de Costa de Marfil vive en Londres vinculada a la religión evangélica cuidando de su hijo. En “Historia en curso” retrata las complejas situaciones creadas por regímenes políticos extintos como el soviético en una población a las afueras de Nizhny Novgorod en la Rusia Central y los dramas de la desocupación que arrastra al juego, la superstición y la religión.
Hace dos siglos el mundo sangrante y urbano daba un naturalismo de revolución industrial lleno de los últimos coletazos del antiguo régimen.
En la actualidad las mismas heridas y los conflictos de la urbe con el campo dan en producir un naturalismo de transgenie hipermoderna en donde todo parecen expectativas limitadas. Hannah Collins nos invita a reflexionar sobre las cuestiones sociales a través de la presentación de la información documental que ella elabora y que se expone en las salas de los museos de arte.
Román Padín Otero
Je viens de publier cette article dans Mugalari autour du exhibit of Hannah collins nel Artium. Belle!