El cisne negro
En la época de Eugenia de Montijo y Napoleón III con el couturier Worth a mediados del siglo XIX, se sentaron los pilares del sistema de la moda tal y como lo percibimos hoy. Antes de Worth los estilos en la vestimenta se definían por los nombres de los monarcas que los imponían. Después de él, el estilo viene definido por el autor de cada vestido o cada perfume. El modisto dicta la moda, las elegantes la siguen y el resto de la ciudadanía las imita. Sobre el diálogo del diseñador con las celebridades, la publicidad y su difusión descansa el sistema.
Antes de la moda existía el lujo, desde siempre existía la opulencia en los días de fiesta, los vestidos de ceremonia o de gala para desfiles militares, y era el primitivo, un lujo del vestido eminentemente masculino. Con la llegada del moderno sistema de la moda se produce un cambio en el arquetipo de elegancia y los couturiers usan como referente a la mujer.
Sobre estas cuestiones del universo del lujo dictó recientemente una lección magistral en el Instituto de Empresa en Madrid el filósofo Gilles Lipovetsky. Este profesor y prolífico escritor de ensayos como La era del vacío, El imperio de lo efímero, Los tiempos hipermodernos pasa por ser el más destacado teórico de la sociedad de la moda en la que nos encontramos inmersos. Para entendernos, Gilles Lipovetsky es al sistema lujoso de la moda lo que Sigmund Freud es al psicoanálisis.
Aparte de explicar los antecedentes del universo de consumo de moda, Lipovetsky auspició el devenir.
La moda hasta los años cincuenta se refería en la alta costura, a partir de los años ochenta se inspiraba en los creadores de prêt á porter de lujo y en la actualidad son los grandes grupos multinacionales, como Louis Vuitton, los que poseen la propiedad de los sistemas de invención del lujo y el estilo. El interés por el hedonismo comercial nos ha llevado a lo que se califica el "hipermodernismo", donde la ansiedad y la falta de contento se imponen a cada uno de nuestros hábitos.
En ese mundo aparece la tercera mujer, aquella que sigue siendo un referente estético para la moda y que además trabaja y gobierna la casa. Junto a ella quizás esté en el futuro el tercer hombre, no un espía secreto sino otro icono que se establece como inspiración para el comercio de moda del futuro. El cisne negro de la filosofía es el lujo en la moda.
Yves Saint Laurent
Si hay un creador que sea referente de belleza infinita, ese es Saint Laurent. Él reinó durante la segunda mitad del siglo XX hasta su retiro en 2002. Sucesor de Dior al frente de la legendaria casa francesa, fundó la suya propia en 1962 iniciando una trayectoria llena de triunfos como la inclusión del esmoquin en el atuendo femenino, la popularización de la sahariana y la creación de vestidos inspirados en pintores como Mondrian, Picasso, Goya o Matisse. Su estilo chic se apoya en la sutil paleta de colores y las formas austeras. Sus revisiones del pequeño vestido negro y del sastre para señoras han creado la silueta del cisne negro de la moda.
Ahora la fundación Caixa Galicia le dedica en A Coruña una exposición maravillosa que se califica entre las más importantes muestras de moda del mundo.
Si el lujo hipermoderno analizado por el profesor Lipovetsky es un cisne negro, si negros son los cisnes vestidos por Yves Saint Laurent durante décadas, entonces el eterno femenino se encuentra personificado en la maniquí Katoucha. Esta diosa de ébano desfiló durante los años ochenta para Mugler y Saint Laurent, convirtiéndose en la maniquí dilecta de ambos couturiers. En la pasarela era una verdadera prima donna que convertía en eterna la efímera belleza de un desfile de moda.
Esta diosa de ébano nos ha dejado recientemente envuelta como una Ofelia por las aguas del río Sena. París, ciudad del lujo eterno, se ha convertido en morada eterna del cisne negro de este balé hipermoderno del sistema de la moda. El espectáculo seguirá.
Antes de la moda existía el lujo, desde siempre existía la opulencia en los días de fiesta, los vestidos de ceremonia o de gala para desfiles militares, y era el primitivo, un lujo del vestido eminentemente masculino. Con la llegada del moderno sistema de la moda se produce un cambio en el arquetipo de elegancia y los couturiers usan como referente a la mujer.
Sobre estas cuestiones del universo del lujo dictó recientemente una lección magistral en el Instituto de Empresa en Madrid el filósofo Gilles Lipovetsky. Este profesor y prolífico escritor de ensayos como La era del vacío, El imperio de lo efímero, Los tiempos hipermodernos pasa por ser el más destacado teórico de la sociedad de la moda en la que nos encontramos inmersos. Para entendernos, Gilles Lipovetsky es al sistema lujoso de la moda lo que Sigmund Freud es al psicoanálisis.
Aparte de explicar los antecedentes del universo de consumo de moda, Lipovetsky auspició el devenir.
La moda hasta los años cincuenta se refería en la alta costura, a partir de los años ochenta se inspiraba en los creadores de prêt á porter de lujo y en la actualidad son los grandes grupos multinacionales, como Louis Vuitton, los que poseen la propiedad de los sistemas de invención del lujo y el estilo. El interés por el hedonismo comercial nos ha llevado a lo que se califica el "hipermodernismo", donde la ansiedad y la falta de contento se imponen a cada uno de nuestros hábitos.
En ese mundo aparece la tercera mujer, aquella que sigue siendo un referente estético para la moda y que además trabaja y gobierna la casa. Junto a ella quizás esté en el futuro el tercer hombre, no un espía secreto sino otro icono que se establece como inspiración para el comercio de moda del futuro. El cisne negro de la filosofía es el lujo en la moda.
Yves Saint Laurent
Si hay un creador que sea referente de belleza infinita, ese es Saint Laurent. Él reinó durante la segunda mitad del siglo XX hasta su retiro en 2002. Sucesor de Dior al frente de la legendaria casa francesa, fundó la suya propia en 1962 iniciando una trayectoria llena de triunfos como la inclusión del esmoquin en el atuendo femenino, la popularización de la sahariana y la creación de vestidos inspirados en pintores como Mondrian, Picasso, Goya o Matisse. Su estilo chic se apoya en la sutil paleta de colores y las formas austeras. Sus revisiones del pequeño vestido negro y del sastre para señoras han creado la silueta del cisne negro de la moda.
Ahora la fundación Caixa Galicia le dedica en A Coruña una exposición maravillosa que se califica entre las más importantes muestras de moda del mundo.
Si el lujo hipermoderno analizado por el profesor Lipovetsky es un cisne negro, si negros son los cisnes vestidos por Yves Saint Laurent durante décadas, entonces el eterno femenino se encuentra personificado en la maniquí Katoucha. Esta diosa de ébano desfiló durante los años ochenta para Mugler y Saint Laurent, convirtiéndose en la maniquí dilecta de ambos couturiers. En la pasarela era una verdadera prima donna que convertía en eterna la efímera belleza de un desfile de moda.
Esta diosa de ébano nos ha dejado recientemente envuelta como una Ofelia por las aguas del río Sena. París, ciudad del lujo eterno, se ha convertido en morada eterna del cisne negro de este balé hipermoderno del sistema de la moda. El espectáculo seguirá.
Say Goodbye! Say hello! Yves Saint Laurent
Moría con el mes de mayo, Yves Saint-Laurent, el couturier más influyente de la historia del vestido. Antes del genio creador de YSL, hubo algunos diseñadores que marcaron épocas. El que inauguró la profesión de couturier o creador que dicta un estilo con firma fue Worth. Luego Poiret vistió una época, Chanel sobresalió en las siguientes, Schiaparelli se puso de moda con el surrealismo y Dior hizo la revolución con el New Look. Después de estos visionarios primeros maestros, la segunda mitad del siglo XX ha estado sutilmente vestida por Yves Saint-Laurent.
El creador cuyo deseo era que "la moda, eso que pasa de moda", fuese en lo que a él respectaba algo atemporal alcanzó niveles estéticos nunca vistos antes con sus piezas de ropa. Unas vestimentas de inconfundible sello que se pueden llevar durante temporadas sin fin. Su deseo se ha cumplido y desde hace un lustro que sus colecciones de costura no son de su autoría, su estilo se revisita en editoriales de revistas de moda y se exhibe en museos, haciendo gala de esa atemporalidad. Ahora que ya no está entre los vivos, sigue presente en un evocador recuerdo de lujo sublime y absoluto.
Inició su carrera con un premio del sindicato de la lana a finales de los años cincuenta y su talento fue apreciado por Dior, quien lo contrató como asistente. A la súbita muerte del maestro del new look, un jovencísimo Yves Saint-Laurent tomó la dirección creativa de la firma de la avenida Montaigne. Dejó su puesto por ser llamado a filas y a la vuelta se vio sustituido en la casa Dior por Marc Bohan, quien hacía una creación más ladylike.
En el año 1962, Yves Saint- Laurent con su socio por siempre Pierre Bergé, inauguró la casa de costura bajo las siglas epítome del color contrastado, los smokings femeninos y el lujo eterno, YSL.
Desde el inicio los éxitos se sucedieron e Yves Saint-Laurent un hombre de su tiempo, dialogaba con todas las artes para idear sus vestidos. Creó vestidos inspirados en Picasso con grandes planos de colores cubistas. Recreó vestidos pintados por Matisse en un alarde de pasión por el arte. Citó a la vieja Rusia, recordó la moda de su madre estilo años cuarenta con una colección referida a esa época. Hizo colaboraciones con artistas como el escultor Olivier Lalanne, quien apoyó los vestidos de Saint-Laurent con unos corpiños escultura de metales dorados.
Amante de sus contemporáneos, hizo conjuntos inspirados en el arte pop en los años sesenta y pequeños vestidos que citaban los cuadrados de viales urbanos de los cuadros de Mondrian.
Además, su espíritu de amor al celuloide le llevó a citar a Marlene Dietrich, a Marilyn Monroe o a Silvana Mangano en algunas de sus creaciones. E incluso el gran escritor Marcel Proust fue sujeto de uno de los diálogos de Saint Laurent con el arte.
Cuando Saint-Laurent crea una chaqueta de fiesta cuajada de bordados de la casa Lesage que reproduce un cuadro de lirios o girasoles de Van Gogh, no solamente se inspira en el cuadro, sino que la calidad y cualidad de la obra textil es de tal singularidad que se crea un objeto de artes aplicadas con belleza originaria e importancia cultural tan grandes como las de la obra pictórica en la que se inspira.
El estilo Yves Saint-Laurent es inconfundible y chic. Sus combinaciones de colores son únicas y su apertura del armario femenino con el sastre, la sahariana, el smoking y los vestidos étnicos no tiene parangón.
Si a Tchaikovsky le debemos habernos dejado las más bellas páginas de la música para ballet, a Yves Saint-Laurent le debemos habernos dejado las más bellas sublimaciones del arte del vestido desde que la moda existe. Adiós a Yves, el hombre; hola a Saint-Laurent, el mito
El creador cuyo deseo era que "la moda, eso que pasa de moda", fuese en lo que a él respectaba algo atemporal alcanzó niveles estéticos nunca vistos antes con sus piezas de ropa. Unas vestimentas de inconfundible sello que se pueden llevar durante temporadas sin fin. Su deseo se ha cumplido y desde hace un lustro que sus colecciones de costura no son de su autoría, su estilo se revisita en editoriales de revistas de moda y se exhibe en museos, haciendo gala de esa atemporalidad. Ahora que ya no está entre los vivos, sigue presente en un evocador recuerdo de lujo sublime y absoluto.
Inició su carrera con un premio del sindicato de la lana a finales de los años cincuenta y su talento fue apreciado por Dior, quien lo contrató como asistente. A la súbita muerte del maestro del new look, un jovencísimo Yves Saint-Laurent tomó la dirección creativa de la firma de la avenida Montaigne. Dejó su puesto por ser llamado a filas y a la vuelta se vio sustituido en la casa Dior por Marc Bohan, quien hacía una creación más ladylike.
En el año 1962, Yves Saint- Laurent con su socio por siempre Pierre Bergé, inauguró la casa de costura bajo las siglas epítome del color contrastado, los smokings femeninos y el lujo eterno, YSL.
Desde el inicio los éxitos se sucedieron e Yves Saint-Laurent un hombre de su tiempo, dialogaba con todas las artes para idear sus vestidos. Creó vestidos inspirados en Picasso con grandes planos de colores cubistas. Recreó vestidos pintados por Matisse en un alarde de pasión por el arte. Citó a la vieja Rusia, recordó la moda de su madre estilo años cuarenta con una colección referida a esa época. Hizo colaboraciones con artistas como el escultor Olivier Lalanne, quien apoyó los vestidos de Saint-Laurent con unos corpiños escultura de metales dorados.
Amante de sus contemporáneos, hizo conjuntos inspirados en el arte pop en los años sesenta y pequeños vestidos que citaban los cuadrados de viales urbanos de los cuadros de Mondrian.
Además, su espíritu de amor al celuloide le llevó a citar a Marlene Dietrich, a Marilyn Monroe o a Silvana Mangano en algunas de sus creaciones. E incluso el gran escritor Marcel Proust fue sujeto de uno de los diálogos de Saint Laurent con el arte.
Cuando Saint-Laurent crea una chaqueta de fiesta cuajada de bordados de la casa Lesage que reproduce un cuadro de lirios o girasoles de Van Gogh, no solamente se inspira en el cuadro, sino que la calidad y cualidad de la obra textil es de tal singularidad que se crea un objeto de artes aplicadas con belleza originaria e importancia cultural tan grandes como las de la obra pictórica en la que se inspira.
El estilo Yves Saint-Laurent es inconfundible y chic. Sus combinaciones de colores son únicas y su apertura del armario femenino con el sastre, la sahariana, el smoking y los vestidos étnicos no tiene parangón.
Si a Tchaikovsky le debemos habernos dejado las más bellas páginas de la música para ballet, a Yves Saint-Laurent le debemos habernos dejado las más bellas sublimaciones del arte del vestido desde que la moda existe. Adiós a Yves, el hombre; hola a Saint-Laurent, el mito
Some memories for Yves Saint Laurent! Sublime! Texts published in el correo gallego, artnotes, pics taken in Paris.