domingo, 8 de junio de 2008

El Señor de Rubianes





































En el Señorío de Rubianes, con Gonzalo Ozores Rey. La gran tradición gallega
En Vilagarcía de Arousa, se encuentra la Casa del Señor de Rubianes, Marqués de Aranda y Grande de España, Gonzalo Ozores Rey. La propiedad está tapizada de un delicioso jardín en estilo fusionado de escuela francesa e inglesa. En el centro, la casa se alza como un sólido legado que ha de ser transmitido con cuidado de generación en generación. Junto a la mansión se extienden los viñedos en los que se producen vinos Rías Baixas.Una portada con arco de medio punto realizada en granito saluda a la entrada de la finca y por un sinuoso camino rodeado de boj se entra, envuelto en la verdescencia del laberinto de flora, en un lugar contemporáneo, pues su morador lo es, pero también alejado del tiempo, pues la solera lo convierte en atemporal.En la escalera de la casa decorada con unos leones rampantes y unos putti o angelotes rococó, me recibe Gonzalo. Al entrar en la casa paseamos por varios salones en veneciana hasta llegar a una encantadora sala de estar decorada en colores bermellón desde la que se ven los jardines a través de unas luminosas ventanas francesas. Allí entre bellos objetos de arte colocados con la misma naturalidad con la que uno va encontrando arte en cada esquina de Roma o de Santiago, discurre nuestra conversación. Gonzalo Ozores Rey es el heredero de la tradición aristocrática, el conocimiento empresarial y la cultura de dos de las sagas más destacadas en Galicia y en España. Por la rama paterna el legado de la Casa de Rubianes, por la rama materna el legado intelectual y empresarial de los Rey Fernández Latorre, destacados entre muchas cuestiones por ser fundadores del grupo editorial La Voz de Galicia.Gonzalo tiene dos hermanas, Beatriz y María, los tres hermanos han tenido unos prolíficos matrimonios. Gonzalo tiene tres hijos; Beatriz tiene también tres; y María tiene cuatro pequeños.Gonzalo Ozores de Urcola, casado con Paloma Rey Fernández Latorre, los padres de Gonzalo y sus hermanas, formaron un matrimonio idílico de toda una vida, hasta el fallecimiento hace pocos años del marqués. Gonzalo padre tuvo una brillante carrera militar, tras su formación en Marín y destinos en Cádiz y Madrid, desempeñó axiales actividades en la representación exterior del Estado español. En las celebraciones del matrimonio de don Juan Carlos y doña Sofía en Atenas, comandó las tropas que acompañaba al entonces Príncipe, luego Rey de España. Durante las negociaciones de acceso de España al tratado de la OTAN, fue delegado Naval en Alemania, cumplimentando una labor de gran excelencia. El capitán de Navío, don Gonzalo, tenía tiempo además para sus ocupaciones particulares y en la Casa de Rubianes, realizó notables inversiones en estructuración vitivinícola de la finca y conservación de la unidad familiar y del legado patrimonial de la saga.Paloma Rey Fernández Latorre reside parte del año en Madrid, donde tiene una intensa vida social que compagina con su gran pasión por los objetos de arte, las antigüedades y la decoración. Dama de amplios conocimientos del arte clásico y dotada con la gracia de la armonía en decoración, ha realizado en una línea de grand style aprendida junto a su hermano Emilio, la remodelación e intervención decorativa de numerosas viviendas y jardines. La bella Casa de Rubianes alcanza límites de sublime belleza en telas y conservación gracias a la dedicación de doña Paloma.El abuelo de Gonzalo, don Alfonso Ozores Saavedra, representó con gran dignidad e iniciativa la Casa. No sólo fue un encantador miembro de la alta sociedad, sino que fundó la primera fábrica de quesos de moderna tecnología en Galicia y fue quien introdujo la acuicultura del mejillón sobre bateas flotantes en Galicia. Su visión moderna le llevó a crear el sistema de producción y su complemento para la comercialización, constituyendo la primera depuradora de mariscos de las Rías Gallegas. La abuela de Gonzalo, doña Dolores de Urcola de Zuloaga, dama de orígenes vascos nacida en Madrid, fue una “gallega de pro, ocupada en ensalzar las bellezas de su tierra de adopción con actividades culturales y de paisajismo ornamental”. Creando en Rubianes, uno de los más bellos jardines de España. Todos estos antecedentes son representados con impecable dignidad en la actualidad por Gonzalo. El joven aristócrata, que aún no ha cumplido los cuarenta años, es gran anfitrión, hombre de iniciativas, padre devoto, amigo de sus amigos y gran connoisseur en, diría yo, todos los temas. Tras su formación en empresariales, máster en márquetin y posterior trabajo en el grupo editorial de La Voz de Galicia durante casi una década, se ocupa ahora de lo que él llama con grandes dosis de humor y modestia “sus labores”. Estas labores incluyen la gestión en las bodegas que producen los nombres comerciales Pontellón y Tollodouro. La gestión agropecuaria de la finca y otros muchos fascinantes proyectos. Amigo de sus amigos, aficionado a la gastronomía y al deporte, desarrolla con toda la bondad el papel de contemporáneo aristócrata del siglo XXI. La prudencia de los grandes hombres ha dotado a Gonzalo con una gavilla de virtudes.
Un jardín ornamental habitado por cepas de vid y árboles frutales
La abuela de Gonzalo, a quien popularmente se la conoce como la Marquesa de Rubianes, era de origen vasco. El recuerdo de la marquesa viuda, es muy entrañable, entre otras cosas por su reconocida contribución al estudio de los jardines. La dedicación de su vida a los jardines de España, está magníficamente resumida en su labor por la apreciación y puesta en valor de la camelia. Entre las bellas propiedades dedicadas al reino de Flora se encuentra el Señorío de Rubianes. Durante lustros, la marquesa y su nuera se dedicaron al cuidado y contemplación del jardín. Allí árboles centenarios comparten espacio con una bella ordenación del terrario y distribución de las partes del huerto. Me subraya Gonzalo que el eucalipto más antiguo de España está detrás de la capilla y que en otra área hay muchos ejemplares de árboles de alcanfor. Estos bellos ejemplares son de un precioso color amarillo oro. La gran plantación de camelias comparte sectores del campo con el laberinto de boj, uno de los más historiados de Galicia y con bellos ejemplares de palmeras reales. Además hay vides dedicadas a la uva albariño que fueron plantadas por el padre de Gonzalo. Algunas otras en espaldera se dedican a la construcción del cenador junto a los límites de la propiedad plantados con uvas catalanas.Entre coníferas, detrás del hórreo de infinitos pilares y tan sólo anunciado por el croar de las ranas se encuentra el estanque. Una belleza pensada para “el sueño de una noche de verano” que está rodeada de columnas de granito, decorada con surtidores en forma de bestias fantásticas, sembrado de nenúfares de todos los colores. Como la isla del cuadro de Böckling, entre la quietud de las aguas aparece una roca. Me explica Gonzalo que su madre la puso allí para las tortugas, que ante nuestra presencia han nadado hacia el fondo del ninfeo. La belleza del lugar sincopa parterres y setos podados en formas de fantasía con la natural informalidad de la orografía del monte gallego. Es una de las delicias de este jardín, pasear por el sinuoso terreno natural viendo fingidas verdaderas gavillas de verdor.
Un palacio decorado con comodidad en el respeto del clasicismo
Las casas bellas no son aquellas que se advierten como túmulos de frío archivo histórico. Son en cambio, aquellas como la de Rubianes, en las que la memoria de las generaciones reúne con sentimiento singulares objetos que representan partes de la biografía de los moradores. Entre estos objetos graciosamente puestos al día por Paloma Rey Fernández La Torre, madre de Gonzalo, viven los Ozores Rey. Gonzalo, es quien vive la casa normalmente y sus hijos, su madre, sus hermanas y sus familias, pasan períodos de vacación y ocio. En las habitaciones de Gonzalo, que están decoradas en estilo de salón de club de caballero, guarda con cariño un precioso álbum de geniales dibujitos y aguafuertes representando buques de marina. Es la colección que su madre fue poco a poco regalando a su marido el capitán de Navío Gonzalo Ozores Urcola. Hoy Gonzalo hijo, los enseña con el cariño de quien observa un pequeño diario de una vida en forma de postal. Junto a ellos tiene Gonzalo unos bonitos dibujos regalo de su tío Emilio Rey, que fue un célebre decorador de interiores y cuyo trabajo está recogido en una monografía deliciosa.Del tío Emilio tiene Gonzalo además, en uno de los salones del principal, un bello jarro de Porfirio que abunda en la estética clasicista de la decoración reordenada por Paloma en los salones de la casa. Cuadros de ruinas románticas, bellos mármoles y deliciosas escenas de las obras de teatro de Shakespeare decoran las salas. Todo tiene una razón de ser en la casa y es precioso ver entre los retratos de la familia un alarde de memoria al tener como centro de mesa una reproducción del bronce ecuestre de Luis XIV que ocupó la Place Vendôme antes de la Revolución. Aires de hogar en el más bello palacio gallego. Rómán Padín Otero
He publicado este artículo sobre my friend Gonzalo Ozores Rey.