MÓNICA ALONSO Y SILLERAS
ROMÁN PADÍN OTERO
La artista Mónica Alonso ha viajado desde su Lugo natal a Salerno, en Italia, para presentar su nueva exposición. Esta joven dama del arte contemporáneo consigue crear percepciones sensoriales potenciadas cuando hace sus intervenciones estéticas en los espacios expositivos. Buscando en el recuerdo, se aparece la enorme bolsa de color bermellón que llenaba una de las salas de la Fundación Caixa Galicia hace casi un lustro. En otra ocasión creó una estructura tubular que se sostenía por un arranque con evocación a unos baños intergalácticos que llenaban de forma inquietante el panóptico del museo Marco de Vigo. Sus proyectos habitacionales en miniatura en el CGAC también fueron unas de esas representaciones que maximizaban lo bello y lo sensorial llegando a producir un síndrome de Stendhal revisitado en clave de siglo XXI. Aún en la galería May Moré de Madrid expuso las sugerentes esculturas de pared con formas que citaban a los abanicos de una Eva Futura llenos de colores como si fueran precolombinos, bajo el título Color Carne. Todo su universo pone en diálogo las formas esquemáticas con acabados pulcros creando ámbitos de experimentación cercanos a los sentidos y vinculados a la sublimación intelectual. Es el suyo un discurso sólido en el fondo y lúcido en la forma. Mónica Alonso fue beneficiaria de una beca de la Academia Española en Roma y durante su estadía en la capital del Tíber trabó amistad con Tiziana di Caro, que es la galerista que en esta ocasión exhibe la obra de la artista en Italia. La exposición de Salerno hace variaciones sobre la idea del calor y tendrá un pendant que se ha de celebrar en Santiago de Compostela en el otoño, en el que se tratará la cuestión del frío.
Es de sobra conocida la furibunda intensidad del calor en el sur de Italia durante los meses estivales, el llamado 'ferragosto', golpea con mano de hierro los cuerpos y el equilibrio emocional de las personas, incidiendo en comportamientos más planos o más irritados según cada caso. Pues bien, combinando los síndromes Stendhalianos a los que la artista, tiene acostumbrados a sus seguidores, ahora busca en la exposición italiana crear un síndrome estético imponiendo calor extremo al visitante de la intervención que hace en el espacio de la galería de arte. Varias estructuras color naranja servirán de soporte para crear espacios extremos donde jugar con el frío y el calor y participar así del plano experimental de esta gran artista. Una de las jóvenes cabezas brillantes del arte contemporáneo español que ahora triunfa también en Italia. Quien pinta paisajes fríos con toda la carga emocional del estilo desabrido de la estética informalista del arte español de los años cincuenta es Jorge Silleras, quien muestra sus cuadros de humildes materiales en la sala Araguaney. Este artista castellano traslada toda la austeridad de la vida mesetaria a sus piezas pictóricas, retratando lontananzas de paisajes y vistas del interior de los sentimientos amatorios a sus lienzos superpuestos a cartones. Hay un recuerdo al sentimiento del oblato o del cartujo o aún al arte póvera en esas piezas esquemáticas que propone el joven creador. Su paleta de colores melancólica en azules y grises es fiel reflejo del que siente como asceta y vive con la frugalidad del que se alimenta con el canto de los pájaros y el sonido de los copos de nieve al tocar el pedregal. Silleras y su universo frío, con Mónica Alonso y su mundo de calor. Dos creadores que son de especial interés y que son muestra clara de las postrimerías del caleidoscopio del arte siglo XXI.
La artista Mónica Alonso ha viajado desde su Lugo natal a Salerno, en Italia, para presentar su nueva exposición. Esta joven dama del arte contemporáneo consigue crear percepciones sensoriales potenciadas cuando hace sus intervenciones estéticas en los espacios expositivos. Buscando en el recuerdo, se aparece la enorme bolsa de color bermellón que llenaba una de las salas de la Fundación Caixa Galicia hace casi un lustro. En otra ocasión creó una estructura tubular que se sostenía por un arranque con evocación a unos baños intergalácticos que llenaban de forma inquietante el panóptico del museo Marco de Vigo. Sus proyectos habitacionales en miniatura en el CGAC también fueron unas de esas representaciones que maximizaban lo bello y lo sensorial llegando a producir un síndrome de Stendhal revisitado en clave de siglo XXI. Aún en la galería May Moré de Madrid expuso las sugerentes esculturas de pared con formas que citaban a los abanicos de una Eva Futura llenos de colores como si fueran precolombinos, bajo el título Color Carne. Todo su universo pone en diálogo las formas esquemáticas con acabados pulcros creando ámbitos de experimentación cercanos a los sentidos y vinculados a la sublimación intelectual. Es el suyo un discurso sólido en el fondo y lúcido en la forma. Mónica Alonso fue beneficiaria de una beca de la Academia Española en Roma y durante su estadía en la capital del Tíber trabó amistad con Tiziana di Caro, que es la galerista que en esta ocasión exhibe la obra de la artista en Italia. La exposición de Salerno hace variaciones sobre la idea del calor y tendrá un pendant que se ha de celebrar en Santiago de Compostela en el otoño, en el que se tratará la cuestión del frío.
Es de sobra conocida la furibunda intensidad del calor en el sur de Italia durante los meses estivales, el llamado 'ferragosto', golpea con mano de hierro los cuerpos y el equilibrio emocional de las personas, incidiendo en comportamientos más planos o más irritados según cada caso. Pues bien, combinando los síndromes Stendhalianos a los que la artista, tiene acostumbrados a sus seguidores, ahora busca en la exposición italiana crear un síndrome estético imponiendo calor extremo al visitante de la intervención que hace en el espacio de la galería de arte. Varias estructuras color naranja servirán de soporte para crear espacios extremos donde jugar con el frío y el calor y participar así del plano experimental de esta gran artista. Una de las jóvenes cabezas brillantes del arte contemporáneo español que ahora triunfa también en Italia. Quien pinta paisajes fríos con toda la carga emocional del estilo desabrido de la estética informalista del arte español de los años cincuenta es Jorge Silleras, quien muestra sus cuadros de humildes materiales en la sala Araguaney. Este artista castellano traslada toda la austeridad de la vida mesetaria a sus piezas pictóricas, retratando lontananzas de paisajes y vistas del interior de los sentimientos amatorios a sus lienzos superpuestos a cartones. Hay un recuerdo al sentimiento del oblato o del cartujo o aún al arte póvera en esas piezas esquemáticas que propone el joven creador. Su paleta de colores melancólica en azules y grises es fiel reflejo del que siente como asceta y vive con la frugalidad del que se alimenta con el canto de los pájaros y el sonido de los copos de nieve al tocar el pedregal. Silleras y su universo frío, con Mónica Alonso y su mundo de calor. Dos creadores que son de especial interés y que son muestra clara de las postrimerías del caleidoscopio del arte siglo XXI.
L´altra notte al airport da Ciampino I met Mónica Alonso, lei iba a exponer en el Sur de Italia. She told me some autour de sa nouvelle exposition et j´ai fait un text per parlare de la mia amica Mónica, une grand dame de l´art...aussi Silleras