En el último número de la acera de la izquierda está el estudio de Rafael Cidoncha. Dos ventanas dan luz a la habitación principal en donde se ordenan con la misma sinestesia que las ramas de los árboles, los dibujos de este gran amigo y genial artista. La cesura está presente en todos sus trabajos, con el recogimiento y la concentración de un botánico cientifista retrata durante meses los matices de todos los habitantes de los bosques encantados, de los paisajes encantadores, de los interiores que encantan. En esta época de vulgar velocidad, el sosiego del caballero español, caracterizado por el rigor e la introspección, se convierte en un universo artístico de la mano de Rafael Cidoncha.
Eduardo y Rafael
Rafael, Eduardo, Román
