sábado, 13 de diciembre de 2008

Museo arte contemporáneo Torre-Pujales











Una habitación con vistas en Costa da Morte
ROMÁN PADÍN OTERO
Durante muchos años Cristina Torre Cervigón y su marido, Julio Pujales Rivas, pasaron los veranos en Corme. La preciosa villa marinera en la Costa da Morte atrajo con su silente embrujo, sus colores pardos y su recoleta rada al matrimonio que siendo oriundos de A Coruña y teniendo domicilio en Madrid no dejaban de disfrutar de baños de sol, visitas de amigos y de “los airiños da terra”, en este rincón del mundo cada estío. Sin duda uno de los más bellos y metafísicos lugares de cuantos se puedan visitar.Es por ello que tras el repentino fallecimiento de Julio en el año 1998, Cristina pensó en dedicar un edificio emblemático de la villa percebeira a museo de arte contemporáneo. En el c­asón, actualmente en rehabilitación, se pensaron espacios para exposiciones, salones de conferencias, jardín escultórico, archivo, biblioteca y talleres. Junto a la exposición de la colección de arte del matrimonio, se pensó en la presentación estable de las obras de Julio Pujales y sobre todo se concibe el museo como un motor cultural y apoyo de la sociedad civil a la creación y el debate en Costa da Morte. Desde ese rincón gallego se desea abrir el arco de la cultura que sirvió de leitmotif a la vida del matrimonio y a sus familias, para todos aquellos que deseosos de tener experiencias ‘sthendalianas’ se acerquen al Museo de arte contemporáneo Costa da Morte.Julio Pujales pertenece a una familia de A Coruña que tenía por ocupación principal la pesca. Su padre era armador y dos de sus hermanos se dedicaron a la pesca, uno como marino y el otro con el negocio de las cajas para suministros pesqueros. Así que el mar estaba en el corazón del artista desde niño y con la búsqueda del “autorretrato del artista adolescente”, se confirmó además su interés por las artes.En la búsqueda de la luz, Julio se trasladó a estudiar Bellas Artes a Valencia y luego en Madrid en la Academia de San Fernando. En la década de los años sesenta comenzó a exponer con gran éxito de crítica. Su pintura libertaria, eclosiva y de morfología del color interesaba en ese momento de avidez cultural y búsqueda de nuevas sedes sociales y políticas.En esos años conoce a Cristina Torre Cervigón, una coruñesa como él que también reside en Madrid. La familia paterna de Cristina está vinculada a las letras. Su padre, Cipriano Torre Enciso, es un conocido estudioso de la lengua y la cultura gallegas. Poeta, ensayista y periodista, colaboró con medios de prensa en Galicia y también en Madrid. En la capital del reino entró en el Pueblo y fue en esa época cuando la familia se trasladó a esta ciudad. Cristina y sus hermanos pues, viven y estudian en Madrid. En la familia materna de Cristina, los Cervigón, hay dos geólogos prominentes, dos tíos de Cristina que le descubren el universo de la ciencia, acercándose ella misma a la geología hasta ser la materia en la que se licencia.Tanto Julio como Cristina opositan a la Enseñanza Secundaria y obtienen plazas de profesores, actividad, que en el caso de Julio, es compaginada con la pintura, hasta que en un momento de posibilidades biográficas se separa de la enseñanza para dedicarse por completo al arte.En la época de mayor actividad social e intelectual del matrimonio Torre Pujales en Madrid, las reuniones en el Círculo de Bellas Artes se compaginaban con visitas a exposiciones en la Galería Theo donde los vanguardistas como Juan Gris compartían programación con contemporáneos cosmopolitas como Baltasar Lobo. También la galería Biosca era centro de reuniones de aquella “gauche madrileña venida de toda España”. La galería con la que trabajaba Julio, Ra del Rey, era también un importante lugar de pensamiento y de reunión donde conversar por el futuro político y cultural de España.En la colección de Julio y Cristina está lógicamente representada esa época de plenitud biográfica y piezas de Saura, Antoní Clavé, Lucio Muñoz y María Victoria de la Fuente dan testimonio pictográfico de la época del tardoinformalismo, la escuela de Vallecas, la inquietud del abstracto protodemocrático y la figuración de la academia.Entre los gallegos Laxeiro o Colmeiro, representados en la colección dan recuerdo del momento de la escuela de París en la facción de los gallegos.En esos años Julio pinta y recibe becas de la Diputación de A Coruña, de la Fundación Sotomayor, de la granadina Rodríguez-Acosta, del Gobierno francés entre otros méritos. Expone en España y Roma, París, Nueva York. Con el cambio de década, la postmodernidad centra su interés mediático en las artes en los creadores más vinculados a la “nocturama”. La academia y sus enseñanzas se pretenden deponer por la repentización del expresionismo figurativo salvaje alemán. Y con la paciencia del que tiene la razón, Julio trabajó en silencio esperando a que el ciclo se reiniciase y llegasen tiempo de gusto por la lógica. Llegados esos tiempos se inició una etapa de notable actividad de Julio que tras su muerte se continúa en nuestros días con la delectación que produce la contemplación de su obra conservada por coleccionistas, amigos y la fundación que lleva su nombre.
Entorno al museo de arte contemporáneo como casa de la vida
En una reciente exposición en un centro de arte gallego, Cristina Torre Cervigón, explicaba la voluntad que le había llevado a constituir un museo de arte contemporáneo en Costa da Morte. Se trataría del proyecto de una vida dedicada al arte y de modo metafórico, al llevar el nombre de su marido ya fallecido, sería un homenaje al amor que por él siente.Pero no se trataría sólo de un lugar de homenaje al pasado, sino que la intención y la realidad es que sea un lugar de encuentro y un motor cultural para Galicia, en general, y A Costa da Morte, en particular. Exposiciones, conciertos, conferencias, talleres y becas conformarían un abanico programático para esta casa de las artes. La exhibición de la co­lección de pintura del matrimonio donada a la fundación ocupará una parte. Los trabajos de los artistas residentes con la beca llenarán otras partes del edificio y del pueblo. Además un laboratorio de formas con cerámica de B­uño y conferencias sobre temas de interés general completarían la programación. La actividad de la fundación se extiende además a otros lugares por vocación y por posibilidades de familia. Una hermana de Cristina, María Teresa, de profesión farmacéutica se instaló y casó en Estados Unidos. Y una de sus hijas Catalina T. Castillón, que es catedrática de literatura se quedó a vivir en Estado Unidos. Desde la universidad de Lamar en Texas, es Catalina quien se encarga de la difusión de la beca de residencia para artistas de la Fundación Torre Pujales. También en Madrid, Ra del Rey se encarga de informar sobre las becas.Muchos han sido ya los artistas residentes que se han alojado en Corme para crear y experimentar el viento de las rías altas.Entre otros han estado Julián Casado, David Lechuga y Paco Llorente, todos ellos artistas representados en la colección de la fundación. Al momento de escribir estas líneas es la fotógrafo alemana residente en Mallorca, Uschi Burger-Precht, quien reside en Galicia becada por esta institución, que dedica sus apoyos sobre todo a artistas en la plenitud de sus carreras.
En la búsqueda del color por la senda de la luz y la pintura
Cuentan dos amigas de Julio y patronas de la fundación, que Julio era un hombre con muchísimo sentido del humor, lo mismo que Cristina lo es también.Carlota Cuesta, pintora y amiga del matrimonio, narra como una experiencia de niño de Julio sirvió para abrirle el camino a las artes. En una ocasión visitó Julio niño con su madre una tienda de lanas en A Coruña y al ver los ovillos de colores colocados en las repisas con forma de enjambre, el niño recolocó los ovillos por colores. Cuando los mayores se dieron cuenta, había reorganizado en base cromática la tienda y el comerciante no pudo por menos que decir con gracejo a la madre, ¡señora este niño va para artista!Encarnación Pisonero, crítica de arte y poeta, cuenta como en una ocasión un matrimonio visitó una exposición de Julio y tras ver los cuadros, sin hablar salieron de la sala, volviendo a entrar al cabo de un rato con una singular propuesta para Julián. Ellos no querían comprar un cuadro, pero querían fotografiarse con el artista y además le invitaban a comer en un restaurante elegante, porque ya sabían ellos que los artistas eran gente fina pero necesitada. Julio, con gracejo compareció a todas aquellas pruebas hercúleas, guardando eso sí, la anécdota, para los anales de las tribulaciones de la vida de un pintor y contarla siempre que fuera de interés divertir a sus amigos y contertulios.Juntos Julio y Cristina asistían a ferias de arte y visitaron museos y colecciones en América y en Europa. Tras el fallecimiento de Julio queda la iniciativa cultural de Cristina quien ha reunido a personalidades de la cultura para organizar la Fundación que mantenga viva la llama del arte encendida por los artistas de hoy, entre ellos Julio Pujales.
Una de las casas de la vida, et in arcadia ego! Publicado en el correo gallego en vida social el 7 de diciembre de 08