La moda del vestido blanco, una forma de couture
Una selección de los fondos del Museo del Traje traza una cronología de los vestidos blancos más bellos. Se trata de una visión retrospectiva de algunos vestidos de novia realizados en talleres de costura con fechas de creación entre los años 1825 y 1999. Es una visita por la lenta progresión a lo largo de dos siglos de las mujeres cisne en todo su esplendor.
El traje blanco se usa en épocas de calor y para el matrimonio a lo largo del siglo XIX, aunque también era frecuente tomar el sacramento con vestidos de color oscuro en épocas luctuosas o de alivio.
En el tiempo de Napoleón I, poco antes de la fecha del primer vestido de esta exposición, se impuso la moda imperio. Era una vuelta a los colores y las formas de la antigüedad clásica que vestía a las señoras con trajes de talle alto, escotes cuadrados y livianas telas transparentes. Esa ropa de blanca pureza y formas grecolatinas buscaba crear una identidad estética nueva en el Imperio burgués de Napoleón. Era una moda limpia que intentaba borrar todo nexo estético con la iconografía previa de Luís XVI y la dinastía de los Borbones en Francia. El blanco era el color que depuraba al nuevo sistema político de la opulencia barroca de la moda anterior. Resulta ubícuo mencionar que esta estrategia de vuelta al clasicismo se siguió empleando después de Napoleón y también en nuestros días para, ¡hacer lavados de cara!
Hace dos temporadas la firma italiana Dolce&Gabanna orquestó una campaña de publicidad de moda neoclásica con fotos de Steven Meisel que sirvió para romper con el pasado estético de la casa vinculado a la tendencia sexy y del llamado pornchic que reinterpretaban los modistos italianos haciendo variaciones de Versace. El blanco era el color de referencia en esa exitosa colección.
El blanco se puso también de moda en los años treinta del siglo XX sobre todo para los vestidos de noche. Si durante la década de los veinte, la moda del "vestido negro" hacía furor, en la década siguiente los vestidos de satén firmados por Grés, Mainbocher, Rochas, eran la debilidad de las señoras. Con ellos se sentían más jóvenes, estilizadas y las telas ayudaban a cimbrear sus movimientos, era una sutil sensualidad en blanco la que aportaban esos vestidos.
Esa moda del blanco para la fiesta se mantuvo hasta nuestros días y en la actualidad uno de los vestidos vedette de las alfombras rojas es el traje de noche blanco con escote americano de Thierry Mugler en revisión de la estilista de la casa actualmente Rosemary Rodríguez.
En la exposición del Pazo da Cultura de Pontevedra pueden verse vestidos blancos de novia. Hay trajes de corte imperio y estilo romántico, junto a polisones y trajes modernistas.
Hay varios trajes de la costurera Flora Villareal, una muy notable creadora de trajes de novia en España que está siendo revisitada por la colección del Museo del Traje.
Balenciaga, Pedro Rodríguez y Pertegaz, nos llevan a la tríada más destacada de creadores de ropa esencial y bella del siglo XX. Los cortes limpios, las formas arquitectónicas y a veces monacales de los vestidos de estos tres maestros son una lección de buen hacer.
Un vestido de Valentino con cola catedralicia nos ofrece otra lectura del traje de novia, en este caso opulente como la basculación de un badajo para hacer sonar las campanas de anuncio de llegada de la figura nívea de la mujer de blanco al altar. La moda en el museo, la moda en la ceremonia.
To-day en el correo gallego...white dresses on exhibit in Pontevedra after el museo del traje!!El traje blanco se usa en épocas de calor y para el matrimonio a lo largo del siglo XIX, aunque también era frecuente tomar el sacramento con vestidos de color oscuro en épocas luctuosas o de alivio.
En el tiempo de Napoleón I, poco antes de la fecha del primer vestido de esta exposición, se impuso la moda imperio. Era una vuelta a los colores y las formas de la antigüedad clásica que vestía a las señoras con trajes de talle alto, escotes cuadrados y livianas telas transparentes. Esa ropa de blanca pureza y formas grecolatinas buscaba crear una identidad estética nueva en el Imperio burgués de Napoleón. Era una moda limpia que intentaba borrar todo nexo estético con la iconografía previa de Luís XVI y la dinastía de los Borbones en Francia. El blanco era el color que depuraba al nuevo sistema político de la opulencia barroca de la moda anterior. Resulta ubícuo mencionar que esta estrategia de vuelta al clasicismo se siguió empleando después de Napoleón y también en nuestros días para, ¡hacer lavados de cara!
Hace dos temporadas la firma italiana Dolce&Gabanna orquestó una campaña de publicidad de moda neoclásica con fotos de Steven Meisel que sirvió para romper con el pasado estético de la casa vinculado a la tendencia sexy y del llamado pornchic que reinterpretaban los modistos italianos haciendo variaciones de Versace. El blanco era el color de referencia en esa exitosa colección.
El blanco se puso también de moda en los años treinta del siglo XX sobre todo para los vestidos de noche. Si durante la década de los veinte, la moda del "vestido negro" hacía furor, en la década siguiente los vestidos de satén firmados por Grés, Mainbocher, Rochas, eran la debilidad de las señoras. Con ellos se sentían más jóvenes, estilizadas y las telas ayudaban a cimbrear sus movimientos, era una sutil sensualidad en blanco la que aportaban esos vestidos.
Esa moda del blanco para la fiesta se mantuvo hasta nuestros días y en la actualidad uno de los vestidos vedette de las alfombras rojas es el traje de noche blanco con escote americano de Thierry Mugler en revisión de la estilista de la casa actualmente Rosemary Rodríguez.
En la exposición del Pazo da Cultura de Pontevedra pueden verse vestidos blancos de novia. Hay trajes de corte imperio y estilo romántico, junto a polisones y trajes modernistas.
Hay varios trajes de la costurera Flora Villareal, una muy notable creadora de trajes de novia en España que está siendo revisitada por la colección del Museo del Traje.
Balenciaga, Pedro Rodríguez y Pertegaz, nos llevan a la tríada más destacada de creadores de ropa esencial y bella del siglo XX. Los cortes limpios, las formas arquitectónicas y a veces monacales de los vestidos de estos tres maestros son una lección de buen hacer.
Un vestido de Valentino con cola catedralicia nos ofrece otra lectura del traje de novia, en este caso opulente como la basculación de un badajo para hacer sonar las campanas de anuncio de llegada de la figura nívea de la mujer de blanco al altar. La moda en el museo, la moda en la ceremonia.
Román