La calle es mía,frase de artista
El museo Marco de Vigo presenta en estos días una nueva exposición que, bajo el título Siete más uno Project Rooms, reúne otras tantas grandes intervenciones espaciales de artistas contemporáneos.
En esta ocasión el museo hace variaciones sobre su línea expositiva y no presenta una colectiva sino que propone una melé de creadores. En ella se acomodan varios one man show dentro de una gran exposición.
Uno de los grandes atractivos de esta reunión de ocho artistas es que se les encarga la producción de una obra.
La novedad es que no son pinturas, esculturas, vídeos, textiles o joyas lo que se exhibe, sino que son "intervenciones". Si en la exposición universal de las artes decorativas de 1925 en París se presentaba el art déco interviniendo espacios, era porque resultaba la fórmula idónea para exponer una nueva forma de decoración. Los stands combinaban maderas, tapicerías, lámparas, alfombras y cuadros, dibujos, esculturas para celebrar el ambiente art déco. El paso del tiempo transformó aquellas incipientes intervenciones espaciales en obras de arte.
En la actualidad vivimos una auténtica inflación creativa de intervenciones. Los artistas plásticos solicitados por comisarios y museos a llenar los espacios de las grandes cajas blancas expositivas deconstruyen su discurso por muros, suelos y techos para hacer unos artefactos que corren el riesgo de estar a medio camino entre una decoración banal y un falso diseño industrial carente de utilidad. Esta línea de actuación produce singulares obras llenas de interés, pero también otras que son pura retórica. Es pues exponencialmente arriesgada y no exenta de vértigo la idea del Marco de juntar ocho complejas instalaciones en una misma exposición.
Como pretéritas buenas exposiciones a base de intervenciones cabe mencionar Translation, ideada por los fotógrafos de moda Inez van LamsWeerde y Vinoodh Matadin, cubriendo de publicidad de Calvin Klein el parisino Palais de Tokyo en 2005. Fueron interesantes la monográfica del artista Thomas Hirschhorn en Serralves, un gran bazar de crítica social por el que costaba caminar, y la exposición-intervención del GemeenteMuseum de La Haya titulada Wunderkamera, un delirio de motos, porcelanas y vídeos mezclados. En todas estas exposiciones, y en otras muchas de las que se podría llamar acertadas en el ámbito de la intervención espacial, se combina el décor novedoso con las obras de arte bien rematadas, en ellas el todo es tan sólido como la parte.
En la actual exposición del Marco dedicada a las intervenciones espaciales es muy llamativo el luminoso "la calle es mía" de Fernando Sánchez Castillo, colocado en la fachada del edificio. En el universo de este artista se combina la historia, la ironía y los formatos monumentales. La pieza de luz es todo y parte. La sala de Thomas Hirschhorn es atractiva y llena del característico caos estético y denuncia política, propios del creador. El Marco se suma con esta obra al catálogo de museos axiales que han realizado encargos específicos a este artista. La montaña mágica tomada en préstamo a Thomas Mann por Jorge Perianes es un contundente microclima para los pájaros terribles e insectos afanosos de este joven y brillante artista gallego. En esta escultura cabalga entre la colina del jardín de las delicias y el viaje a la luna de Julio Verne.
La recreación del pasillo de una prisión de Tania Bruguera es una onírica obra surrealista en la que llevando al visitante al mundo del otro lado del espejo se le invita a encerrarse en una celda para experimentar el rapto y la detención. Sorprenden y agradan por taciturnos los proyectos de Kendell Geers, el de Bonvicini, la intervención acústica de Teresa Margolles y la proyección de Young-Hae Chang. Los cuatro se sincopan idealmente con el exceso de Hirschhorn, las multiplicidades de Bruguera o Bonvicini y la monumentalidad de Perianes.
La interdisciplinariedad en el arte contemporáneo acerca a la creación artística a la decoración, al diseño industrial y a la arquitectura. Este acercamiento ha de ser modulado por los artistas para evitar que por vigoroso desnutra al arte para convertirlo en una endeble hijuela de las artes decorativas. Estos siete más uno alcanzan la excelencia al coquetear con el interior design. Román Padín Otero
En esta ocasión el museo hace variaciones sobre su línea expositiva y no presenta una colectiva sino que propone una melé de creadores. En ella se acomodan varios one man show dentro de una gran exposición.
Uno de los grandes atractivos de esta reunión de ocho artistas es que se les encarga la producción de una obra.
La novedad es que no son pinturas, esculturas, vídeos, textiles o joyas lo que se exhibe, sino que son "intervenciones". Si en la exposición universal de las artes decorativas de 1925 en París se presentaba el art déco interviniendo espacios, era porque resultaba la fórmula idónea para exponer una nueva forma de decoración. Los stands combinaban maderas, tapicerías, lámparas, alfombras y cuadros, dibujos, esculturas para celebrar el ambiente art déco. El paso del tiempo transformó aquellas incipientes intervenciones espaciales en obras de arte.
En la actualidad vivimos una auténtica inflación creativa de intervenciones. Los artistas plásticos solicitados por comisarios y museos a llenar los espacios de las grandes cajas blancas expositivas deconstruyen su discurso por muros, suelos y techos para hacer unos artefactos que corren el riesgo de estar a medio camino entre una decoración banal y un falso diseño industrial carente de utilidad. Esta línea de actuación produce singulares obras llenas de interés, pero también otras que son pura retórica. Es pues exponencialmente arriesgada y no exenta de vértigo la idea del Marco de juntar ocho complejas instalaciones en una misma exposición.
Como pretéritas buenas exposiciones a base de intervenciones cabe mencionar Translation, ideada por los fotógrafos de moda Inez van LamsWeerde y Vinoodh Matadin, cubriendo de publicidad de Calvin Klein el parisino Palais de Tokyo en 2005. Fueron interesantes la monográfica del artista Thomas Hirschhorn en Serralves, un gran bazar de crítica social por el que costaba caminar, y la exposición-intervención del GemeenteMuseum de La Haya titulada Wunderkamera, un delirio de motos, porcelanas y vídeos mezclados. En todas estas exposiciones, y en otras muchas de las que se podría llamar acertadas en el ámbito de la intervención espacial, se combina el décor novedoso con las obras de arte bien rematadas, en ellas el todo es tan sólido como la parte.
En la actual exposición del Marco dedicada a las intervenciones espaciales es muy llamativo el luminoso "la calle es mía" de Fernando Sánchez Castillo, colocado en la fachada del edificio. En el universo de este artista se combina la historia, la ironía y los formatos monumentales. La pieza de luz es todo y parte. La sala de Thomas Hirschhorn es atractiva y llena del característico caos estético y denuncia política, propios del creador. El Marco se suma con esta obra al catálogo de museos axiales que han realizado encargos específicos a este artista. La montaña mágica tomada en préstamo a Thomas Mann por Jorge Perianes es un contundente microclima para los pájaros terribles e insectos afanosos de este joven y brillante artista gallego. En esta escultura cabalga entre la colina del jardín de las delicias y el viaje a la luna de Julio Verne.
La recreación del pasillo de una prisión de Tania Bruguera es una onírica obra surrealista en la que llevando al visitante al mundo del otro lado del espejo se le invita a encerrarse en una celda para experimentar el rapto y la detención. Sorprenden y agradan por taciturnos los proyectos de Kendell Geers, el de Bonvicini, la intervención acústica de Teresa Margolles y la proyección de Young-Hae Chang. Los cuatro se sincopan idealmente con el exceso de Hirschhorn, las multiplicidades de Bruguera o Bonvicini y la monumentalidad de Perianes.
La interdisciplinariedad en el arte contemporáneo acerca a la creación artística a la decoración, al diseño industrial y a la arquitectura. Este acercamiento ha de ser modulado por los artistas para evitar que por vigoroso desnutra al arte para convertirlo en una endeble hijuela de las artes decorativas. Estos siete más uno alcanzan la excelencia al coquetear con el interior design. Román Padín Otero
Je viens de publisher this text autour de la exposizione nel MARCO sete e ancora uno. El correo gallego to-day!Some pics con mi amigo Iñaki Martínez, and some ot the piezes. Good stuff!