Palimpsestos sentimentales
A PESAR de que cada vez vivimos en menos espacio, no es fácil desprenderse de lo que vamos atesorando con el tiempo. En la época del minimalismo en las casas y en la moda, se produce el efecto contrario en los sentimientos y en las artes.
La relativa esencialidad de los objetos tiene cierta semejanza con la relativa simplicidad de nuestros sentimientos afectivos. Pero donde los objetos cada vez son menos, nuestros sentimientos acumulados, por la levedad y temporalidad de las relaciones amatorias, son cada vez más. Así que es necesario traer a colación el palimpsesto, esa forma de escritura que sin borrar lo anterior escribía lo nuevo, para que se produjera un uso más racional del escaso pergamino.
El hombre del siglo XXI debe ejercitar el palimpsesto sentimental, de modo que una breve relación sentimental no se borre por la siguiente, sino que todas ellas convivan en armonía en el recuerdo. Para no vivir en una constante decepción reiniciática. El palimpsesto en el amor y en las artes, su reflejo, sirve para economizar sufrimientos y aumentar el goce vital.
Uno de los creadores más multidisciplinares de las últimas décadas, el siempre presente Karl Lagerfeld, tiene una exposición retrospectiva de sus fotografías en la Maison Europenne de la Photographie, París. Se trata de una visita en el tiempo a uno de los autores que más ha difundido sus imágenes en medios de comunicación masivos. El trabajo fotográfico de Lagerfeld es semejante a su creación en diseño de ropa, bebe de diversas fuentes y no desdibuja el rasgo de ninguna de ellas. Haciendo que todos los amores del artista convivan al unísono. Aún cuando hay un muso o una musa preferente en cada momento de su biografía, ora Inés de la Fressange ora Baptiste Giabiconi; aun cuando en cada momento es preeminente un estilo sobre otro, el barroco o el minimal. En el conjunto de la fotografía de Lagerfeld se aprecia la acumulación formal, siendo lo último parte de lo primero y estando todos los rasgos a la vista para deleite del observador. También Peter Lindbergh presenta una exposición en Berlín que recoge su universo acumulativo de bellezas, en composiciones asimétricas, de vívido realismo. En estas fotografías se advierte el palimpsesto, la acumulación de escrituras en una imagen. Superposiciones figuradas de formas que resultan bellas aun cuando el tiempo las separa. La altura de la modelo, las caderas, el color de la piel en blanco y negro, el pelo recogido en moño, son citas que conforman el estilo de la mujer Lindbergh que se mantiene indeleble, aún cuando otras bellezas nuevas aparecen en la moda.
El recuerdo imborrable de la belleza guardado en sólidos retratos en blanco y negro. Lo mismo que los retratos del amor.
La relativa esencialidad de los objetos tiene cierta semejanza con la relativa simplicidad de nuestros sentimientos afectivos. Pero donde los objetos cada vez son menos, nuestros sentimientos acumulados, por la levedad y temporalidad de las relaciones amatorias, son cada vez más. Así que es necesario traer a colación el palimpsesto, esa forma de escritura que sin borrar lo anterior escribía lo nuevo, para que se produjera un uso más racional del escaso pergamino.
El hombre del siglo XXI debe ejercitar el palimpsesto sentimental, de modo que una breve relación sentimental no se borre por la siguiente, sino que todas ellas convivan en armonía en el recuerdo. Para no vivir en una constante decepción reiniciática. El palimpsesto en el amor y en las artes, su reflejo, sirve para economizar sufrimientos y aumentar el goce vital.
Uno de los creadores más multidisciplinares de las últimas décadas, el siempre presente Karl Lagerfeld, tiene una exposición retrospectiva de sus fotografías en la Maison Europenne de la Photographie, París. Se trata de una visita en el tiempo a uno de los autores que más ha difundido sus imágenes en medios de comunicación masivos. El trabajo fotográfico de Lagerfeld es semejante a su creación en diseño de ropa, bebe de diversas fuentes y no desdibuja el rasgo de ninguna de ellas. Haciendo que todos los amores del artista convivan al unísono. Aún cuando hay un muso o una musa preferente en cada momento de su biografía, ora Inés de la Fressange ora Baptiste Giabiconi; aun cuando en cada momento es preeminente un estilo sobre otro, el barroco o el minimal. En el conjunto de la fotografía de Lagerfeld se aprecia la acumulación formal, siendo lo último parte de lo primero y estando todos los rasgos a la vista para deleite del observador. También Peter Lindbergh presenta una exposición en Berlín que recoge su universo acumulativo de bellezas, en composiciones asimétricas, de vívido realismo. En estas fotografías se advierte el palimpsesto, la acumulación de escrituras en una imagen. Superposiciones figuradas de formas que resultan bellas aun cuando el tiempo las separa. La altura de la modelo, las caderas, el color de la piel en blanco y negro, el pelo recogido en moño, son citas que conforman el estilo de la mujer Lindbergh que se mantiene indeleble, aún cuando otras bellezas nuevas aparecen en la moda.
El recuerdo imborrable de la belleza guardado en sólidos retratos en blanco y negro. Lo mismo que los retratos del amor.
Román Padín Otero