domingo, 24 de enero de 2010

Alfredo Álvarez Plágaro



Identidades sincopadas
Espacio y color en los cuadros iguales de Alfredo Álvarez Plágaro
La propuesta creativa de este artista, introduce al observador en un locus que fusiona conceptos plásticos de escuelas aparentemente distantes, como el minimalismo y el barroco. También unifica técnicas, a través de una sutil escenografía donde las dimensiones adquieren nueva definición. Sus cuadros de identidades sincopadas recrean la cadencia del objeto de arte en edición.
Alfredo Álvarez Plágaro. Pintura. Espacio Marzana, del 15 de enero al 5 de marzo de 2010
Las piezas que surgen de la mano de Alfredo Álvarez Plágaro tienen la cualidad de reunir en un plano de igualdad, técnicas artísticas diversas. Son cuadros que a la vez tienen una realidad tridimensional o escultórica. Y se acercan también a la instalación, que en ocasiones avanza hacia convertirse en una escenografía que rodea al observador. La descripción lacónica de la propuesta artística de Alfredo Álvarez Plágaro, se concretaría diciendo que se trata de cuadros iguales, colgados unos junto a otros a distancia uniforme que forman una entidad tanto en su conjunto como en cada individualidad. Es decir, que la ordenación en el muro de los elementos de la obra, tiene significado. El estilo pictórico abstracto con carácter general de las obras tiene un motivo. Y cada uno de los elementos de las piezas es en sí mismo una obra de arte total que se magnifica y transforma, repitiéndose en el espacio hasta crear grandes paneles, muros, salas circulares, en forma de U o modestas cuadrículas ocupando una porción pequeña de pared.
Con esa descripción de la obra, nos acercamos a la parte más aparente de la misma. Una obra que se puede disfrutar más realizando un análisis comparado entre la misma y el arte del pasado.
Mirando las obras de Alfredo Álvarez Plágaro en su conjunto, es decir con la perspectiva de la distancia en el espacio, se recibe una percepción dual. Por un lado hay una evocación a los efectos barrocos de las columnatas que reinventan el espacio y la luz, como los creados por Bernini en San Pedro. Y por otro aparece, el recuerdo a las intervenciones espaciales del minimalismo, como las creadas por Donald Judd.
En la arquitectura y escultura barrocas para alcanzar nuevas dimensiones se realizaba un ejercicio entre el espacio y la realidad. Con las grandes secuencias de columnas, los nártex y esculturas de volúmenes y proporciones extraordinarias, se buscaba dotar de mayor monumentalidad a los proyectos artísticos. Para ello los ángulos se estudian, lo mismo que las progresiones de tamaño en las perspectivas de columnas para que la distancia parezca mayor, la altura más elevada o las concavidades más envolventes. Era un arte de la escenografía que creaba unos “locus” ficticios.
Con las conceptuaciones espaciales minimalistas ocurre algo semejante. Los museos diáfanos, el cubo blanco, se intervienen dialogando con espacio y la realidad. Aquí el espacio se busca desnudo y los elementos que lo intervienen tienen un halo maquinal, de sorda repetición monocorde. El discurso minimalista crea también lugares ficticios basados en la sincopada repetición de formas y volúmenes.
En la combinación de los dos modos de crear espacio, el del más es más y el del menos es más, se adivina un recurso matemático, casi medido por un metrónomo. Así la repetición de luces y sombras barroca es un contrapunto, lo mismo que el vacío y el metal de las escaleras a ninguna parte de los minimalistas. El contrapunto es en verdad, el sostenedor del universo musical del instrumento solo de Johann Sebastian Bach. Las creaciones de Bach, de una sencillez estética sin par, esconden tras de sí un universo de lógica ordenación y repetición ad infinitum.
El visitante a la obra de Alfredo Álvarez Plágaro, podrá evocar al ver sus instalaciones de cuadros iguales, el genio barroco, el estudio minimalista y la música atemporal de Bach.
Hay además otro elemento interesante en la propia pintura del artista, la idea de la reproducción del objeto de arte. Uno de los campos en los que se desarrolló de una manera más divulgativa el arte de la autoreproducción fue el pop. Andy Warhol creaba imágenes que se auto citaban, tomadas a su vez de medios de reproducción mecánicos como la prensa y las revistas. En la actualidad otros artistas hacen variaciones también sobre la reproducción y sus límites. El artista belga residente en México, Francis Alÿs, a medio camino entre la copia de imágenes famosas como Warhol y la reproducción en serie, expuso una gran serie de cuadros, que encargaba versionear a distintos artesanos, realizando copias de copias de cuadros en reproducción artesanal.
Los cuadros de Alfredo Álvarez Plágaro, se reproducen ad infinitum, clónicos entre ellos, conservando la univocidad o singularidad de la obra de arte original. Pues, la peculiaridad de estos cuadros del cuadro, es que están concebidos de esta manera por el artista, lo mismo que el urinario de Marcel Duchamp, dejó de serlo y se convirtió en obra de arte por la mera interdicción del creador y tiene por tanto el “alma” de la creación unívoca.
Alfredo Álvarez Plágaro, se presenta como autor de cuadros iguales y resulta ser un destilador de las grandes esencias de la historia del arte.
Román Padín Otero



I´ve publicado este texto sobre la expo de Alfredo Álvarez Plágaro en Marzana