sábado, 7 de marzo de 2009

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moda francesa arte japonés
La casa de moda francesa Louis Vuitton realiza cada temporada, especialmente desde que Marc Jacobs es director creativo de la firma, colaboraciones con artistas para el diseño de los complementos de la prestigiosa empresa. Entre otros artistas han prestado su iconografía a la firma Stephen Sprouse, el fallecido artista vinculado al movimiento punk. Sprouse es el autor del que se toman prestadas por la casa francesa esas letras de estilo grafito en color blanco o bermellón que decoran o "emborronan con estilo" los bolsos y otros accesorios de la marca.
Desde 2002, el artista japonés Takashi Murakami colabora con la firma de lujo para reinventar sus complementos haciendo variaciones sobre el modo de aplicar el logo monogram de la firma en nuevos bolsos, carteras y accesorios. La tradicional combinación de color marrón y beige de la marca toma nueva vida con los estampados coloristas del artista japonés. Sobre el clásico monogram aparecen desde que Murakami colabora con Vuitton, cerezas, margaritas, hombres cebolla, caras alegres y todo el imaginario de sonrientes personajes rescatados de la cultura manga por el artista. Esta colaboración es un ejemplo excelente de la conexión entre el arte pop, procedente de la fusión de alta y baja cultura, junto a la manufactura de productos de edición seriada. Los bolsos de Vuitton son una pieza de calidad del diseño del siglo XX, pues el cuero tratado por la firma es prácticamente indeleble y se convierte en pequeñas obras de arte pop. Actualmente, una retrospectiva del artista japonés puede visitarse en el Guggenheim de Bilbao. Se trata de una gran muestra en la que varias salas del edificio de Gehry aparecen cubiertas de papeles pintados reproduciendo los personajes de Murakami. Sobre esos muros se cuelgan otras obras pictóricas del artista, esculturas hinchables, ediciones y objetos del universo lleno de fantasía desarrollado por el creador y su equipo. Todo el conjunto produce un efecto de obra de arte total o infinita. Una intervención que envuelve al visitante, lo mismo que nos envuelve en el sistema de la moda el deseo espoleado por Vuitton.
En la exposición pueden verse, además, las esculturas policromadas del artista reinterpretando personajes femeninos del cómic. Estas piezas y otras, conformando un jardín de las delicias futurista, se ordenan en las salas junto a piezas que representan al álter ego del creador, el sonriente y pérfido al tiempo, Mr. Dob. Una exposición monumental que merece la pena ser visitada .
roman padin
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