En el último lustro, la obra del artista portugués Isaque Pinheiro se ha dado a conocer, alcanzando un prestigio y reconocimiento bien merecido. Actualmente, expone sus "objetos del arte" en Santiago de Compostela en la Galería de Goga, el espacio llamado Goran Govorcin.
Conocí las esculturas de Isaque Pinheiro en Oporto hace años en la Galería de André Viana, un joven cosmopolita que actualmente reside en el continente americano y que es la persona del arte en Portugal con mayor capacidad de puesta en escena para el glamur y mayor instinto para descubrir talentos. No es sorpresa que Isaque expusiera unas esculturas de mármol y cuero en esta galería junto a la torre de Clérigos, pues sus obras son una revisión irónica y surrealista de las tradiciones culturales portuguesas contextualizadas en un conocimiento del lenguaje más intelectual y chic del arte contemporáneo.
Sus piezas en mármol reproducen con hiperrealismo objetos como zapatillas, frutas como manzanas o se detienen en pequeños detalles como los pliegues de una tela que la capacidad técnica de Isaque consigue reproducir en la piedra dura, haciendo aquello que Miguel Ángel convertía en poema "hacer a la piedra moverse".
Isaque tiene oficio en sus obras de arte, es decir, su discurso ofrece al visitante una bella pieza de arte que observar, además de tener un buen respaldo teórico a su trabajo, no hace como esos artistas sin forma y sólo con fondo.
También conozco su trabajo de la Galería Presença de Oporto, donde María de Belem Sampaio expuso sus series de viajes. Ocurre que el traslado de las obras de Portugal a Brasil era tan costoso que nunca se podían llevar con comodidad las piezas hasta el otro lado del Atlántico. Así Isaque ideó una escultura que se llama Apego a un lugar que tiene la forma de una maleta de cuero hecha con las alas de un Ícaro caído. En el asa tiene los resguardos de facturación y se coloca sobre la pared con una bella pobreza a base de cinta aislante. Pocas veces un objeto poema tan contundente se ve en las salas del siglo XXI.
En la exposición actual de Santiago, Isaque muestra unas reflexiones sobre la tradición portuguesa de la religión y el rosario. La pieza Un tercio es un gran rosario de manzanas hechas de mármol y metal, de una belleza conmovedora, con gran capacidad de referir a la mística y con una monumental presencia que la convierte en una obra de referencia.
Junto a ella un árbol articulado que se convierte en marioneta. El árbol fue estudiado por Isaque para conocer sus nudos y su forma de crecimiento. En cada nudo hay ahora una articulación que se hace móvil dirigiéndola por las grandes sujeciones de la marioneta. El árbol está entre el suelo y el cielo, algo que poéticamente nos es cercano.
Además, hay otras esculturas que representan impactos en paneles de baldosas, fotografías con juegos del sistema de los astros del cine y hay, sobre todo, una dialéctica equilibrada entre el arte crítico con base teórica y la bella representación plástica de los objetos impecablemente bien ejecutados de Isaque.
Otras propuestas interesantes actualmente de objetos de arte es la del artista Javier Pérez en la Galería Salvador Díaz de Madrid. Su exposición Aria da capo es un paseo por la melancolía del paso del tiempo y el juego de la hibridación. En la muestra unos troncos se convierten en caballo como una Dafne en Laurel. Un piano tiene cuchillas de afeitar y los retratos del artista junto a su caballo muestra un tiempo mitológico de centauros.
En la Galería Soledad Lorenzo, Jon Mikel Euba muestra unas variaciones sobre los cuadros ecuestres de Velázquez que titula Condensed Velázquez. Los cuadros se presentan apoyados en el suelo como objetos pictóricos y unos grandes cubos sirven de cita a la escultura del siglo XX que impide la visión del arte barroco.
Tres exposiciones de obras estéticas apoyadas sin vanagloria en el intelecto del creador. Trasciende el elixir de lo bello, ¿o alguien recuerda hoy los motivos por los que los atenienses luchaban contra Esparta?
Conocí las esculturas de Isaque Pinheiro en Oporto hace años en la Galería de André Viana, un joven cosmopolita que actualmente reside en el continente americano y que es la persona del arte en Portugal con mayor capacidad de puesta en escena para el glamur y mayor instinto para descubrir talentos. No es sorpresa que Isaque expusiera unas esculturas de mármol y cuero en esta galería junto a la torre de Clérigos, pues sus obras son una revisión irónica y surrealista de las tradiciones culturales portuguesas contextualizadas en un conocimiento del lenguaje más intelectual y chic del arte contemporáneo.
Sus piezas en mármol reproducen con hiperrealismo objetos como zapatillas, frutas como manzanas o se detienen en pequeños detalles como los pliegues de una tela que la capacidad técnica de Isaque consigue reproducir en la piedra dura, haciendo aquello que Miguel Ángel convertía en poema "hacer a la piedra moverse".
Isaque tiene oficio en sus obras de arte, es decir, su discurso ofrece al visitante una bella pieza de arte que observar, además de tener un buen respaldo teórico a su trabajo, no hace como esos artistas sin forma y sólo con fondo.
También conozco su trabajo de la Galería Presença de Oporto, donde María de Belem Sampaio expuso sus series de viajes. Ocurre que el traslado de las obras de Portugal a Brasil era tan costoso que nunca se podían llevar con comodidad las piezas hasta el otro lado del Atlántico. Así Isaque ideó una escultura que se llama Apego a un lugar que tiene la forma de una maleta de cuero hecha con las alas de un Ícaro caído. En el asa tiene los resguardos de facturación y se coloca sobre la pared con una bella pobreza a base de cinta aislante. Pocas veces un objeto poema tan contundente se ve en las salas del siglo XXI.
En la exposición actual de Santiago, Isaque muestra unas reflexiones sobre la tradición portuguesa de la religión y el rosario. La pieza Un tercio es un gran rosario de manzanas hechas de mármol y metal, de una belleza conmovedora, con gran capacidad de referir a la mística y con una monumental presencia que la convierte en una obra de referencia.
Junto a ella un árbol articulado que se convierte en marioneta. El árbol fue estudiado por Isaque para conocer sus nudos y su forma de crecimiento. En cada nudo hay ahora una articulación que se hace móvil dirigiéndola por las grandes sujeciones de la marioneta. El árbol está entre el suelo y el cielo, algo que poéticamente nos es cercano.
Además, hay otras esculturas que representan impactos en paneles de baldosas, fotografías con juegos del sistema de los astros del cine y hay, sobre todo, una dialéctica equilibrada entre el arte crítico con base teórica y la bella representación plástica de los objetos impecablemente bien ejecutados de Isaque.
Otras propuestas interesantes actualmente de objetos de arte es la del artista Javier Pérez en la Galería Salvador Díaz de Madrid. Su exposición Aria da capo es un paseo por la melancolía del paso del tiempo y el juego de la hibridación. En la muestra unos troncos se convierten en caballo como una Dafne en Laurel. Un piano tiene cuchillas de afeitar y los retratos del artista junto a su caballo muestra un tiempo mitológico de centauros.
En la Galería Soledad Lorenzo, Jon Mikel Euba muestra unas variaciones sobre los cuadros ecuestres de Velázquez que titula Condensed Velázquez. Los cuadros se presentan apoyados en el suelo como objetos pictóricos y unos grandes cubos sirven de cita a la escultura del siglo XX que impide la visión del arte barroco.
Tres exposiciones de obras estéticas apoyadas sin vanagloria en el intelecto del creador. Trasciende el elixir de lo bello, ¿o alguien recuerda hoy los motivos por los que los atenienses luchaban contra Esparta?
Román Padín Otero
En el correo gallego, mayo 08