sábado, 7 de agosto de 2010

Doble o nada, ECG




Doble o nada
el poeta Charles Baudelaire, refiere a la belleza en uno de sus versos, como un sueño de piedra que reina entre las líneas blancas de los cisnes. Lo bello, tiene en la visión del poeta un halo de inaccesibilidad que identifica lo deseado o soñado con el color blanco. Se deslumbra el amante, y su visión es de blanco integral, fascinado por la perfección que encuentra en su doble.
La belleza, lo bello, se aparece en aquello que encontramos extraordinario y que nos seduce. De manera axial, encontramos la perfección y lo hermoso cuando hacemos apuestas en el doble juego del apasionamiento y el amor.
El doble juego del amor correspondido y del encuentro con lo bello, aparece a menudo, caracterizado por el estigma de la temporalidad. Una jirafa cruza un salón furtivamente y encontramos la imagen tan bella como efímera. Una mirada nos acaricia con sus párpados penetrando en nuestro ser, y aún fugaz, permanece por siempre en nuestra memoria.
El equilibrio entre la fugacidad inherente al apasionamiento amatorio y la retención de la plasticidad formal se alcanza en ocasiones en algunos de estos juegos de casino de los sentimientos del "doble o nada".
La pareja formada por Vinoodh Matadin e Inez Van Lamsweerde, hacen doble en lo profesional y lo sentimental. Desde hace más de quince años comparten carrera y vida, siendo unos de los fotógrafos más prestigiosos de los últimos años. Publicaciones como Vogue, incluyen entre sus páginas fotografías duales de estos creadores, que subrayan la carnalidad del personaje retratado, a la vez que refieren al sueño surrealista, con sus retoques digitales o intervenciones de collage en sus imágenes. Una exposición en Ámsterdam celebra sus quince años de trabajo juntos, que es además el tiempo de su "love affair". Ellos son apuesta ganadora en lo estético y anímico de la ruleta del amor.
Otra pareja, la formada por Jean Cocteau y Jean Marais, pasaron una importante parte de su vida, en concreto los últimos quince años del poeta y cineasta, en la bonita casa de campo de Milly-la-Forêt. La propiedad está ahora abierta al público y se puede visitar el magnífico jardín y ver en el interior de la vivienda numerosas obras de arte creadas por el poeta y por el actor. Muchas de ellas creadas en dúo. Además creaciones de amigos de la época Manet, Picasso, Doré y Christian Bérard, entre otros, decoran la casa aún en la actualidad, sirviendo de resumen ilustrado a unas vidas dedicadas a perfeccionar el juego de mesa de la práctica amatoria y las apuestas con las cartas de la belleza y la pasión. Rien ne va plus, en el juego doble de lo bello y la pasión, unas apuestas que merecen la pena.
roman padin otero