Una casa abierta
Interiores, arquitecturas y personajes en pintura.
El artista bilbaíno Ignacio Goitia expone sus nuevos cuadros en la Galería de Burdeos, Andréric Berthonneau & Philippe Coutaut. Una gran casa del siglo XVIII sirve de escenario idealizado para la armonía de edificios y figuras que pueblan la obra del artista.
Ignacio Goita; Maison Ouverte; acrílico sobre lienzo, dibujos, vídeo. Galerie Andréric Berthonneau & Philippe Coutaut ;Burdeos; desde el 26 de noviembre.
En uno de los nuevos cuadros de Ignacio Goitia, aparece un joven de espaldas, que vestido como para ir a pasear por la campiña francesa, mira a través de un gran ventanal. Está en una biblioteca rodeado de libros y objetos de arte. A cada lado del personaje, hay un globo terráqueo ricamente decorado sobre pedestales de madera. La vista que tiene el joven desde la casa, le descubre a un jinete galopando en el jardín.
En la larga y coherente trayectoria de este artista, se acumulan escenas como esta, en las que la técnica pictórica realista, muestra un cosmos armónico de lugares y sujetos. En torno a un archivo de arquitecturas principales de todos los siglos y estilos, traza el artista, la órbita de unos personajes que se ven más cerca o más lejos, atendiendo a la época en la cronología del pintor. Hace años castillos franceses albergaban jirafas y hombres de uniforme. Luego interiores opulentos se llenaban con hombres vestidos de cuero, caballeros de etiqueta y mujeres de alta costura. Arcos triunfales y fachadas palaciegas recibieron elefantes, toreros y paseantes. Y ahora interiores del “grand monde” reciben nuevamente a elegantes señores de chistera, jóvenes vestidos de sport british, jinetes y hombres uniformados.
En el cosmos de Ignacio Goitia, como en las bolas del mundo de su último cuadro, hay un orden basado en la combinación de los elementos. El equilibrio está en los lugares que selecciona, que son hitos de la historia de la arquitectura. Y lo está también en la disciplinada conducta de los personajes que retrata, cuya espontánea actitud parece repentizada, pero que esconden un gusto por el ensayo, por el boceto, la preparación y la ceremonia, inherentes a los intereses del artista.
Si armónicas son las bolas del mundo ordenadas en pendant o pareja. No lo es menos la actitud del jinete con su montura para rebasar los obstáculos de salto.
Si estudiadas son las perspectivas de la gran escalera, de otro de los cuadros en la residencia de Wurzburgo. Premeditado es también, el ajuste de las levitas y los largos de los pantalones que llevan los personajes que deambulan por ella.
Si rigurosos son los órdenes en las columnatas de los edificios barrocos que pinta. Rigurosos son también, los pasos y los lustrosos uniformes de los cuerpos militares que habitan la obra de Ignacio Goitia.
La belleza que se mueve en los cuadros, dibujos y vídeos del artista, es comparable al arte del bailarín clásico. Su libre perfección se alcanza con el estudio riguroso, con el boceto constante, el ensayo eterno.
Así en la propuesta de Ignacio Goitia, se afirma la predilección por el soporte pictórico. Y la atracción por lo superlativo y el equilibrio, en los lugares y los sujetos.
Desde la época de las vanguardias de inicios del siglo XX, se posicionan como voces duales, pero no antagónicas, de una realidad común, los artistas adscritos a los –ismos y aquellos otros adscritos a un nuevo academicismo de acentos individualistas. Unos y otros son metrónomos de su época y el espíritu de su tiempo no es comprensible sin todos ellos. Hace cien años, un monumento cultural como los Ballets Russes, contaron con la música vanguardista de Stravinsky y con las composiciones neofolkloristas de Manuel de Falla. Escenarios cubistas de Pablo Picasso y clasicistas de Josep María Sert. Vestidos de antigüedad oriental firmados por León Bakst y otros de futurismo sport firmados por Chanel. Todos integran una realidad brillante e inteligente.
El pintor Ignacio Goitia, con una producción de pintura figurativa en gran formato, dibujos sobre papel y vídeos, es un representante del academicismo individualista del siglo XXI. Sobre una base formal y estética de bella accesibilidad desarrolla un sofisticado discurso en el que engarza arquitecturas e interiores del gran mundo con personajes sofisticados. La sobria e inquietante belleza de las escenas que pinta desarrolla un discurso narrativo de una sola imagen. La técnica neo fotográfica de esta pintura, sitúa al artista en una posición de orfebre manierista apasionado por la arquitectura del universo. El realismo de sus cuadros se crea a base de ficciones en perspectivas y fugas de unos edificios que son la herencia cultural de occidente y que se recrean con aires naturales, pero en ficcionado escenográfico. Dota a las perspectivas de mayor amplitud, a los contrastes de luz de mayor matiz y a las proporciones de arreglos monumentales.
En el incesante grand tour de Ignacio Goitia (el viaje iniciático al arte y la cultura europeos de todo joven desde el siglo XVIII), va archivando los sujetos y objetos con los que traza las órbitas en su universo de lugares bellos y personajes selectos. Policías, jinetes, militares, chicos vestidos en sport, flores y caballos, bailan un vals eterno que da la armonía al juego de esferas que inventa el artista. Ignacio Goitia, un vals pictórico alrededor de Europa.
Román Padín Otero
Interiores, arquitecturas y personajes en pintura.
El artista bilbaíno Ignacio Goitia expone sus nuevos cuadros en la Galería de Burdeos, Andréric Berthonneau & Philippe Coutaut. Una gran casa del siglo XVIII sirve de escenario idealizado para la armonía de edificios y figuras que pueblan la obra del artista.
Ignacio Goita; Maison Ouverte; acrílico sobre lienzo, dibujos, vídeo. Galerie Andréric Berthonneau & Philippe Coutaut ;Burdeos; desde el 26 de noviembre.
En uno de los nuevos cuadros de Ignacio Goitia, aparece un joven de espaldas, que vestido como para ir a pasear por la campiña francesa, mira a través de un gran ventanal. Está en una biblioteca rodeado de libros y objetos de arte. A cada lado del personaje, hay un globo terráqueo ricamente decorado sobre pedestales de madera. La vista que tiene el joven desde la casa, le descubre a un jinete galopando en el jardín.
En la larga y coherente trayectoria de este artista, se acumulan escenas como esta, en las que la técnica pictórica realista, muestra un cosmos armónico de lugares y sujetos. En torno a un archivo de arquitecturas principales de todos los siglos y estilos, traza el artista, la órbita de unos personajes que se ven más cerca o más lejos, atendiendo a la época en la cronología del pintor. Hace años castillos franceses albergaban jirafas y hombres de uniforme. Luego interiores opulentos se llenaban con hombres vestidos de cuero, caballeros de etiqueta y mujeres de alta costura. Arcos triunfales y fachadas palaciegas recibieron elefantes, toreros y paseantes. Y ahora interiores del “grand monde” reciben nuevamente a elegantes señores de chistera, jóvenes vestidos de sport british, jinetes y hombres uniformados.
En el cosmos de Ignacio Goitia, como en las bolas del mundo de su último cuadro, hay un orden basado en la combinación de los elementos. El equilibrio está en los lugares que selecciona, que son hitos de la historia de la arquitectura. Y lo está también en la disciplinada conducta de los personajes que retrata, cuya espontánea actitud parece repentizada, pero que esconden un gusto por el ensayo, por el boceto, la preparación y la ceremonia, inherentes a los intereses del artista.
Si armónicas son las bolas del mundo ordenadas en pendant o pareja. No lo es menos la actitud del jinete con su montura para rebasar los obstáculos de salto.
Si estudiadas son las perspectivas de la gran escalera, de otro de los cuadros en la residencia de Wurzburgo. Premeditado es también, el ajuste de las levitas y los largos de los pantalones que llevan los personajes que deambulan por ella.
Si rigurosos son los órdenes en las columnatas de los edificios barrocos que pinta. Rigurosos son también, los pasos y los lustrosos uniformes de los cuerpos militares que habitan la obra de Ignacio Goitia.
La belleza que se mueve en los cuadros, dibujos y vídeos del artista, es comparable al arte del bailarín clásico. Su libre perfección se alcanza con el estudio riguroso, con el boceto constante, el ensayo eterno.
Así en la propuesta de Ignacio Goitia, se afirma la predilección por el soporte pictórico. Y la atracción por lo superlativo y el equilibrio, en los lugares y los sujetos.
Desde la época de las vanguardias de inicios del siglo XX, se posicionan como voces duales, pero no antagónicas, de una realidad común, los artistas adscritos a los –ismos y aquellos otros adscritos a un nuevo academicismo de acentos individualistas. Unos y otros son metrónomos de su época y el espíritu de su tiempo no es comprensible sin todos ellos. Hace cien años, un monumento cultural como los Ballets Russes, contaron con la música vanguardista de Stravinsky y con las composiciones neofolkloristas de Manuel de Falla. Escenarios cubistas de Pablo Picasso y clasicistas de Josep María Sert. Vestidos de antigüedad oriental firmados por León Bakst y otros de futurismo sport firmados por Chanel. Todos integran una realidad brillante e inteligente.
El pintor Ignacio Goitia, con una producción de pintura figurativa en gran formato, dibujos sobre papel y vídeos, es un representante del academicismo individualista del siglo XXI. Sobre una base formal y estética de bella accesibilidad desarrolla un sofisticado discurso en el que engarza arquitecturas e interiores del gran mundo con personajes sofisticados. La sobria e inquietante belleza de las escenas que pinta desarrolla un discurso narrativo de una sola imagen. La técnica neo fotográfica de esta pintura, sitúa al artista en una posición de orfebre manierista apasionado por la arquitectura del universo. El realismo de sus cuadros se crea a base de ficciones en perspectivas y fugas de unos edificios que son la herencia cultural de occidente y que se recrean con aires naturales, pero en ficcionado escenográfico. Dota a las perspectivas de mayor amplitud, a los contrastes de luz de mayor matiz y a las proporciones de arreglos monumentales.
En el incesante grand tour de Ignacio Goitia (el viaje iniciático al arte y la cultura europeos de todo joven desde el siglo XVIII), va archivando los sujetos y objetos con los que traza las órbitas en su universo de lugares bellos y personajes selectos. Policías, jinetes, militares, chicos vestidos en sport, flores y caballos, bailan un vals eterno que da la armonía al juego de esferas que inventa el artista. Ignacio Goitia, un vals pictórico alrededor de Europa.
Román Padín Otero
Mi amigo Ignacio Goitia ha inaugurado en Burdeos una maravillosa exposición bajo el título "Maison ouverte". Un palacio del siglo XVIII, alberga estos elegantes cuadros de caballeros en mascarada...genial...Román...el artículo es de Mugalari.