Una visita al museo de Bellas Artes
El Museo de Bellas Artes de Bilbao celebra su centenario con diversas exposiciones temáticas que sirven para poner en valor aspectos de su colección. Actividades culturales múltiples, una sección llamada “La obra invitada” y una nueva visión de los fondos invitan a visitar con asiduidad este faro cultural.
El origen de esta institución tiene fecha en 1908 cuando se funda el primer museo que abre al público en 1914. Fusionado con el de Arte Moderno, se instalan en el actual edificio en el año 1940. La sede es de estilo sobrio y evocador al lenguaje geométrico y elegante del clasicismo. Fue ampliada en el año setenta y el conjunto fue revisado en el año 2001 para dar a la emblemática arquitectura la personalidad estructural de una gran sede de las artes.
La colección del Museo reúne más de siete mil objetos en un conjunto patrimonial de diversas épocas con una cronología desde el siglo XII hasta nuestros días.
Al entrar en este museo se encuentra el visitante una colección de esculturas contemporáneas, entre las que llama la atención la producción de Anish Kapoor, que con sus formas cóncavas son de infrecuente visionado en la península ibérica.
En la sala de exposiciones temporales del piso de acceso se puede visitar “De Goya a Gauguin” en la que se reúnen obras maravillosas de los diversos estilos que poblaron el pasado siglo XIX. El clasicismo, el romanticismo, la pintura histórica, el impresionismo y la pintura de la luz en diversas formas están representados en esta exposición. En el remate, las esculturas palpitantes del artista vasco Nemesio Mogrobejo, elegíaco representante del modernismo academicista. Y junto a el un resumen del siglo XIX con el cuadro titulado “Tristan e Isolda” de Rogelio de Egusquiza, la melodía infinita de Wagner es sin duda la música del cambiante siglo XIX que penduló entre el belcantismo y la opereta.
En otras salas del museo se ordenan más obras de la colección con un criterio museográfico siempre renovado. Del románico y el gótico, pasando por el renacimiento y manierismo, el barroco, el rococó y clasicismo se llega al siglo XX y el XXI. En estas áreas cercanas a la contemporaneidad en el museo, que se sitúan en los pisos superiores siempre se encuentran además encantadoras exposiciones temporales de temas variados.
Entre las salas dedicadas a los siglos XII al XIX, encontramos preciosas obras de temática religiosa. Una alegoría mitológica del rapto de Europa firmada por Martin de Vos, se aparece fascinante con gusto por el color, opulencia en la composición y finura en el trazo. En una sala cercana los maestros barrocos dejan abrumado al visitante con entre otros, un cuadro dedicado a San Sebastian firmado por Ribera que es un ejemplo del estilo del claroscuro en España y una gentil representación del gran formato. Cerca, un retrato verdadero de San Pedro firmado por Murillo, con unas lágrimas en el rostro que descorazonan al que mira al santo. Varias efigies de busto del característico estilo de Zurbarán dan fiel reflejo de la notoriedad al barroco español.
El cuadro “Lot y sus hijas” de Gentileschi comparte sala en el verano con la obra invitada. Se trata de un cuadro de la hija del pintor, la célebre Artemisia, una de esas destacadas pintoras en la historia. El cuadro se titula “Judith y Holofernes” y ha sido prestado por el Museo napolitano de Capodimonte. La obra de esta pintora se subraya como violenta y mórbida debido a una experiencia biográfica de la artista. Sin embargo parece que el motivo de la contundencia de las composiciones de la pintora es más por el temática de sus encargos que por su subjetiva visión. ¿Se puede pintar una decapitación sin dolor?
Hay una sala que es el reino de Flora y en ella se acomodan deliciosos retratos de flores en estilo de amante botánico y conocedor del arte de retratar los matices, jaspeados, brillos y opacidades de las flores. Varios centros florales de Juan de Arellano representan el estilo elegante y sofisticado del siglo XVII en bodegones florales. El cuadro “Guirnalda de flores” de Abraham Mignon, también encierra todo el encanto de la afición dedicada y dilecta del amante del paso del tiempo y la belleza efímera de la flor convertida en pintura.
Otras obras maestras firmadas por El Greco, Goya, Sorolla, Mary Cassat, Zuloaga, Bacon, Picasso, Chillida, Tapies, Barceló, llenan este universo de las artes. Una de las características de la colección en las obras que representan el siglo XX y en especial las décadas cercanas al cambio de siglo, es que se consigue dar al visitante una visión compacta y redonda de las novedosas aportaciones formales, estilísticas, estéticas y de estilo de vida que se pergeñaron en esos años y que los artistas impresionistas o folkloristas recogieron en sus obras y los vanguardistas pretendieron cambiar con sus composiciones de derriba. Entre Anselmo Guinea, Darío de Regoyos, Iturrino, James Ensor, Quintín de Torre y otros muchos se construye el mosaico del siglo y sus vanguardias. Los genios que cambiaron la trayectoria del arte.
Hay en fin, dos cuadros lejanos sobre los que cabe un capricho. “Arquitectura fantástica con personajes” de Hans Vredeman de Vries es un óleo sobre tabla del siglo XVI que muestra una logia infinita de columnas que se alzan en una especie de paraíso lejano. El cuadro “Sansón y Dalila” del guipuzcoano José Echenagusía, representa en el estilo siglo XIX a los dos letales amantes. Ambas obras aparecen como sendos escenarios de ópera. La ópera del arte pictórico en Bilbao. Román Padín Otero
El Museo de Bellas Artes de Bilbao celebra su centenario con diversas exposiciones temáticas que sirven para poner en valor aspectos de su colección. Actividades culturales múltiples, una sección llamada “La obra invitada” y una nueva visión de los fondos invitan a visitar con asiduidad este faro cultural.
El origen de esta institución tiene fecha en 1908 cuando se funda el primer museo que abre al público en 1914. Fusionado con el de Arte Moderno, se instalan en el actual edificio en el año 1940. La sede es de estilo sobrio y evocador al lenguaje geométrico y elegante del clasicismo. Fue ampliada en el año setenta y el conjunto fue revisado en el año 2001 para dar a la emblemática arquitectura la personalidad estructural de una gran sede de las artes.
La colección del Museo reúne más de siete mil objetos en un conjunto patrimonial de diversas épocas con una cronología desde el siglo XII hasta nuestros días.
Al entrar en este museo se encuentra el visitante una colección de esculturas contemporáneas, entre las que llama la atención la producción de Anish Kapoor, que con sus formas cóncavas son de infrecuente visionado en la península ibérica.
En la sala de exposiciones temporales del piso de acceso se puede visitar “De Goya a Gauguin” en la que se reúnen obras maravillosas de los diversos estilos que poblaron el pasado siglo XIX. El clasicismo, el romanticismo, la pintura histórica, el impresionismo y la pintura de la luz en diversas formas están representados en esta exposición. En el remate, las esculturas palpitantes del artista vasco Nemesio Mogrobejo, elegíaco representante del modernismo academicista. Y junto a el un resumen del siglo XIX con el cuadro titulado “Tristan e Isolda” de Rogelio de Egusquiza, la melodía infinita de Wagner es sin duda la música del cambiante siglo XIX que penduló entre el belcantismo y la opereta.
En otras salas del museo se ordenan más obras de la colección con un criterio museográfico siempre renovado. Del románico y el gótico, pasando por el renacimiento y manierismo, el barroco, el rococó y clasicismo se llega al siglo XX y el XXI. En estas áreas cercanas a la contemporaneidad en el museo, que se sitúan en los pisos superiores siempre se encuentran además encantadoras exposiciones temporales de temas variados.
Entre las salas dedicadas a los siglos XII al XIX, encontramos preciosas obras de temática religiosa. Una alegoría mitológica del rapto de Europa firmada por Martin de Vos, se aparece fascinante con gusto por el color, opulencia en la composición y finura en el trazo. En una sala cercana los maestros barrocos dejan abrumado al visitante con entre otros, un cuadro dedicado a San Sebastian firmado por Ribera que es un ejemplo del estilo del claroscuro en España y una gentil representación del gran formato. Cerca, un retrato verdadero de San Pedro firmado por Murillo, con unas lágrimas en el rostro que descorazonan al que mira al santo. Varias efigies de busto del característico estilo de Zurbarán dan fiel reflejo de la notoriedad al barroco español.
El cuadro “Lot y sus hijas” de Gentileschi comparte sala en el verano con la obra invitada. Se trata de un cuadro de la hija del pintor, la célebre Artemisia, una de esas destacadas pintoras en la historia. El cuadro se titula “Judith y Holofernes” y ha sido prestado por el Museo napolitano de Capodimonte. La obra de esta pintora se subraya como violenta y mórbida debido a una experiencia biográfica de la artista. Sin embargo parece que el motivo de la contundencia de las composiciones de la pintora es más por el temática de sus encargos que por su subjetiva visión. ¿Se puede pintar una decapitación sin dolor?
Hay una sala que es el reino de Flora y en ella se acomodan deliciosos retratos de flores en estilo de amante botánico y conocedor del arte de retratar los matices, jaspeados, brillos y opacidades de las flores. Varios centros florales de Juan de Arellano representan el estilo elegante y sofisticado del siglo XVII en bodegones florales. El cuadro “Guirnalda de flores” de Abraham Mignon, también encierra todo el encanto de la afición dedicada y dilecta del amante del paso del tiempo y la belleza efímera de la flor convertida en pintura.
Otras obras maestras firmadas por El Greco, Goya, Sorolla, Mary Cassat, Zuloaga, Bacon, Picasso, Chillida, Tapies, Barceló, llenan este universo de las artes. Una de las características de la colección en las obras que representan el siglo XX y en especial las décadas cercanas al cambio de siglo, es que se consigue dar al visitante una visión compacta y redonda de las novedosas aportaciones formales, estilísticas, estéticas y de estilo de vida que se pergeñaron en esos años y que los artistas impresionistas o folkloristas recogieron en sus obras y los vanguardistas pretendieron cambiar con sus composiciones de derriba. Entre Anselmo Guinea, Darío de Regoyos, Iturrino, James Ensor, Quintín de Torre y otros muchos se construye el mosaico del siglo y sus vanguardias. Los genios que cambiaron la trayectoria del arte.
Hay en fin, dos cuadros lejanos sobre los que cabe un capricho. “Arquitectura fantástica con personajes” de Hans Vredeman de Vries es un óleo sobre tabla del siglo XVI que muestra una logia infinita de columnas que se alzan en una especie de paraíso lejano. El cuadro “Sansón y Dalila” del guipuzcoano José Echenagusía, representa en el estilo siglo XIX a los dos letales amantes. Ambas obras aparecen como sendos escenarios de ópera. La ópera del arte pictórico en Bilbao. Román Padín Otero
I´ve publicado this text on el Mugalari about le músée dex beaux arts de Bilbao, chez moi! n´est ce pas?