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Lo español, lo francés
La tradicional identidad de arquetipos culturales nacionales, se ha transformado en el siglo XXI, en el concepto de marca-país. Los antiguos tópicos sobre la elegancia de los franceses, la manufactura de los italianos, la minuciosidad de los orientales, la efectividad de los alemanes, se han ido convirtiendo en el mercado globalizado, en verdaderas señas de cualidades en los productos. Y en cuanto a lo español, ¿Cual es la cualidad de nuestra marca-país en la hipermodernidad? Es difícil establecer unas señas de grandes leitmotivs españoles sin hacer referencia a los franceses. Ellos, los hijos de la Revolución de 1789, saben acoger, desarrollar y amar, iconos culturales y estéticos, propios o ajenos, hasta convertirlos en parte de su imaginario. No por exagerar, hay que decir que el arquetipo de española, la Carmen, es una invención francesa, de Mérimée, luego musicada por Bizet. A los franceses les gustan tanto las españolas que hasta las hacen emperatrices, como a Eugenia. No todas las españolas son Carmen, pero sí es universal la parte reivindicativa de la libertad de la mujer que argumenta el personaje de la cigarrera. Además la estética de mantilla, lazo rojo, blonda y mantón, bien puede ser identitaria de una marca-país, sin folclorismo. Los franceses Yves Saint Laurent, Christian Lacroix o Balenciaga lo entendieron bien.
La ópera El Cid de Massenet o los grabados y dibujos de El Quijote, de Doré y Daumier, son también bienes artísticos franceses de la universalidad española. También Picasso, francés de residencia, reinterpretó sus máximas españolas con vocación global, siendo percibido como el principal personaje del arte del siglo XX. Algunos de sus cuadros, dibujos y suites de grabados, trataban El toreo, un bien del ¡patrimonio cultural inmaterial francés! No se equivoca el lector: Francia ha incluido en su lista de patrimonio cultural inmaterial, siguiendo los criterios de la Unesco, a la fiesta de los toros, un espectáculo que se celebra en el país vecino desde mediados del XIX. Esta declaración coincide con la polémica prohibición en España, en Cataluña, del toreo. Así los toros serán en poco tiempo un bien cultural universal de la marca-país Francia. Mientras que España, negándose a ser un país de pandereta y lunares, se comporta más que nunca como una panderetera y celebra a los cuatro vientos su falta de adscripciones a coordenadas culturales. Como dice Carmen a Don José para que la desate "¡Estas cuerdas, estas cuerdas, no puedo respirar!". Así estamos, desatados y perdiendo todas las identidades de marca-país. Claro que Carmen desatada, acabó apuñalada por su amante. Sigamos con lo francés y visitemos la muestra de Chardin en El Prado y de Gérôme en el Thyssen, dos franceses universales, en museos españoles universales.
Román Padín Otero