Todos los momentos del día
El museo Marco de Vigo dedica al artista Jorge Barbi una gran exposición monográfica en la que se propone al visitante un poético acercamiento al paseo como una de las bellas artes. El camino ha servido a no pocos creadores en la historia como leitmotiv de sus pensamientos, como almizcle de sus afinidades electivas. En el universo plástico de este artista gallego el tiempo, el espacio y los objetos encontrados sirven de coordenadas para trazar el rumbo de su introspectivo paseo.
El flaneur, el paseante se siente curioso de las pequeñas bellezas que el camino le va ofreciendo. Es tal su gusto por el detalle y aún por las vistas panorámicas, que en cada repetición del camino advierte algo nuevo que agregar a su cuaderno de notas. El tiempo le permite ver una gran charca de agua en la que escribe con grandes troncos la palabra flotante EGO y meses después volver al lugar para ver el sitio seco y la autorreferencia desollada. Uno de los trípticos en fotografía de Jorge Barbi representa este "tempus fugit", algo que recuerda la sentida frase del escritor Bruce Chatwin, "¿qué hago yo aquí?"
El tiempo en la forma de todos los momentos del día, sirve también de soporte en la obra Diluculum. En ella, la relación de las horas del día en latín, aparece sobre una esfera que se reproduce en un panel retroiluminado. Produciendo el efecto de ver el tiempo desde dentro de un gran globo, algo así como alzar la cabeza y ver el ósculo del Panteón romano.
Hace unos años una obra del artista consistió en crear dos discos con la leyenda Estoy perdido no me retenga. Uno de esos discos se lanzó a alta mar, el otro está ahora en la exposición. El espacio, la distancia sirven de excusa a esta acción. Otra de las obras presenta en dos puzles la reproducción en arcillas de objetos encontrados durante paseos en Galicia y Marruecos. Tan lejos y tan cerca, pues los objetos se parecen y crean un lenguaje común, una tercera lengua.
Los objetos encontrados sirven al artista para realizar un archivo entomológico de especies novelescas. Casi como en una novela apócrifa de Italo Calvino encontramos flores creadas por la espuma del mar en una serie fotográfica. En otras fotografías están señores creados por restos animales sobre las rocas o aún en una gran proyección unas imágenes duplicadas en espejo tomadas de rocas horadadas producen el efecto de ojos de grandes gigantes propios de un jardín como Bomarzo.
La peculiaridad de todas las combinaciones de tiempo, espacio y pequeños objetos encontrados que nos propone el artista en esta excelente exposición, es que los tres elementos delimitan el sencillo espacio cotidiano en el que vive el artista. Como los clásicos, Jorge Barbi encuentra en todos los momentos y lugares del día inspiración para el arte y la reflexión, dos factores que sí alteran el producto.
El flaneur, el paseante se siente curioso de las pequeñas bellezas que el camino le va ofreciendo. Es tal su gusto por el detalle y aún por las vistas panorámicas, que en cada repetición del camino advierte algo nuevo que agregar a su cuaderno de notas. El tiempo le permite ver una gran charca de agua en la que escribe con grandes troncos la palabra flotante EGO y meses después volver al lugar para ver el sitio seco y la autorreferencia desollada. Uno de los trípticos en fotografía de Jorge Barbi representa este "tempus fugit", algo que recuerda la sentida frase del escritor Bruce Chatwin, "¿qué hago yo aquí?"
El tiempo en la forma de todos los momentos del día, sirve también de soporte en la obra Diluculum. En ella, la relación de las horas del día en latín, aparece sobre una esfera que se reproduce en un panel retroiluminado. Produciendo el efecto de ver el tiempo desde dentro de un gran globo, algo así como alzar la cabeza y ver el ósculo del Panteón romano.
Hace unos años una obra del artista consistió en crear dos discos con la leyenda Estoy perdido no me retenga. Uno de esos discos se lanzó a alta mar, el otro está ahora en la exposición. El espacio, la distancia sirven de excusa a esta acción. Otra de las obras presenta en dos puzles la reproducción en arcillas de objetos encontrados durante paseos en Galicia y Marruecos. Tan lejos y tan cerca, pues los objetos se parecen y crean un lenguaje común, una tercera lengua.
Los objetos encontrados sirven al artista para realizar un archivo entomológico de especies novelescas. Casi como en una novela apócrifa de Italo Calvino encontramos flores creadas por la espuma del mar en una serie fotográfica. En otras fotografías están señores creados por restos animales sobre las rocas o aún en una gran proyección unas imágenes duplicadas en espejo tomadas de rocas horadadas producen el efecto de ojos de grandes gigantes propios de un jardín como Bomarzo.
La peculiaridad de todas las combinaciones de tiempo, espacio y pequeños objetos encontrados que nos propone el artista en esta excelente exposición, es que los tres elementos delimitan el sencillo espacio cotidiano en el que vive el artista. Como los clásicos, Jorge Barbi encuentra en todos los momentos y lugares del día inspiración para el arte y la reflexión, dos factores que sí alteran el producto.
Román Padín Otero
He publicado to-day, este artículo sobre la expo de Jorge Barbi en el Marco de Vigo...equilibrio y belleza...a mi me recuerda a los vestidos de Sybilla!...Román