Un cierto eclecticismo
Es una peculiaridad de los períodos históricos en los que tienen lugar grandes cambios sociales, políticos y económicos, que el arte sea una mezcolanza. Un resumen y cita de estilos previos, a la vez que es anuncio taimado de formas por venir.
A lo largo del cambiante siglo XIX, la confusión de estilos llegó a ser tal, que se acuñó el anodino término Estilo Bellas Artes, para agrupar las grandes arquitecturas, pinturas y esculturas eclécticas, en las que el clasicismo del pasado se enjaezaba con el modernismo y otros ismos del futuro inmediato. En aquella época la moda, estaba igualmente tan abierta al futuro como inspirada en los antiguos estilos. El pintor francés, Jean-Auguste-Dominique Ingres, retrató esa época de cambio y reflejó en sus efigies de burgueses y aristócratas franceses sobresalientes, la arqueología del gusto de aquellos años centrales del siglo XIX. En algunos de sus cuadros como el retrato de la Princesse de Broglie, se advierten las telas tornasoladas, las joyas de filigrana, y los moños bajos evocadores del Ancien Régime. En otras de sus producciones pictóricas, como La gran odalisca, se aprecia el gusto orientalista, que en la época miraba hacia la novedad de lo exótico, lo turco y lo remoto. Era el siglo XIX un crisol de estéticas heterogéneas congregadas bajo el sortilegio del nuevo régimen.
En nuestros días, el arte y la moda se encuadran también, en muchos casos, dentro del eclecticismo. Artistas y diseñadores mezclan todos sus conocimientos estéticos del pasado, para producir, con mayor o menor éxito, sus nuevas obras.
Uno de los artistas eclécticos cuya obra puede verse en Santiago en esta temporada es Lino Lago, quien expone sus cuadros y dibujos en la galería C5colección. Este pintor realista y figurativo bebe de la iconografía del gran Ingres. Reproduce el cutis cerúleo de la Princesa de Broglie o la espalda serpenteante de la gran odalisca y las interviene escribiendo sobre ellas frases que filosofan sobre la multiplicidad en el arte contemporáneo. En otras ocasiones son los bodegones de Francisco de Zurbarán los que le sirven para hacer grafito sobre sus jarros pulidos y ordenados. Cuando este artista se inspira en la cultura contemporánea lo hace pintando bodegones postmodernos compuestos por muñecos de plástico de estética manga. También la cultura teenager le sirve de excusa para otros cuadros en los que jóvenes vestidos con camisetas aparecen violentamente agitados por explosiones que toman la forma de manchas de color. Este artista ecléctico convoca en su universo el orientalismo clasicista, las crinolinas decimonónicas, la estética anime japonesa o el street wear actual de camisetas y zapatillas deportivas. Es un estilo bellas artes del siglo XXI, como los son los desfiles de John Galliano para Dior o de Marc Jacobs para Louis Vuitton, donde pasado, presente y futuro se mezclan para reinventar la estética en esta época de cambio o crisis en que vivimos.
A lo largo del cambiante siglo XIX, la confusión de estilos llegó a ser tal, que se acuñó el anodino término Estilo Bellas Artes, para agrupar las grandes arquitecturas, pinturas y esculturas eclécticas, en las que el clasicismo del pasado se enjaezaba con el modernismo y otros ismos del futuro inmediato. En aquella época la moda, estaba igualmente tan abierta al futuro como inspirada en los antiguos estilos. El pintor francés, Jean-Auguste-Dominique Ingres, retrató esa época de cambio y reflejó en sus efigies de burgueses y aristócratas franceses sobresalientes, la arqueología del gusto de aquellos años centrales del siglo XIX. En algunos de sus cuadros como el retrato de la Princesse de Broglie, se advierten las telas tornasoladas, las joyas de filigrana, y los moños bajos evocadores del Ancien Régime. En otras de sus producciones pictóricas, como La gran odalisca, se aprecia el gusto orientalista, que en la época miraba hacia la novedad de lo exótico, lo turco y lo remoto. Era el siglo XIX un crisol de estéticas heterogéneas congregadas bajo el sortilegio del nuevo régimen.
En nuestros días, el arte y la moda se encuadran también, en muchos casos, dentro del eclecticismo. Artistas y diseñadores mezclan todos sus conocimientos estéticos del pasado, para producir, con mayor o menor éxito, sus nuevas obras.
Uno de los artistas eclécticos cuya obra puede verse en Santiago en esta temporada es Lino Lago, quien expone sus cuadros y dibujos en la galería C5colección. Este pintor realista y figurativo bebe de la iconografía del gran Ingres. Reproduce el cutis cerúleo de la Princesa de Broglie o la espalda serpenteante de la gran odalisca y las interviene escribiendo sobre ellas frases que filosofan sobre la multiplicidad en el arte contemporáneo. En otras ocasiones son los bodegones de Francisco de Zurbarán los que le sirven para hacer grafito sobre sus jarros pulidos y ordenados. Cuando este artista se inspira en la cultura contemporánea lo hace pintando bodegones postmodernos compuestos por muñecos de plástico de estética manga. También la cultura teenager le sirve de excusa para otros cuadros en los que jóvenes vestidos con camisetas aparecen violentamente agitados por explosiones que toman la forma de manchas de color. Este artista ecléctico convoca en su universo el orientalismo clasicista, las crinolinas decimonónicas, la estética anime japonesa o el street wear actual de camisetas y zapatillas deportivas. Es un estilo bellas artes del siglo XXI, como los son los desfiles de John Galliano para Dior o de Marc Jacobs para Louis Vuitton, donde pasado, presente y futuro se mezclan para reinventar la estética en esta época de cambio o crisis en que vivimos.
He publicado to-day en el correo gallego este artículo sobre el eclecticismo...quelle bourdelle!. Román