Sardanápalo y guillotina
Entre el tesoro de Sardanápalo, su matanza y la guillotina
Los reyes y los soles
Para estudiar el análisis de tendencias en el siglo XXI, se debe tener en cuenta que el contexto se encuentra en fase madura.
El mercado viene dando y tomando, una enorme cantidad de imputs desde hace muchas décadas y ha provocado una cierta saturación de las mercadotecnias del ocio y el lujo.
Los imputs se localizan en el sector del vestido, pero también en todo lo que contextualiza el aspecto físico.
La alimentación, la sanidad, las habitaciones, las relaciones familiares, las relaciones sociales, las relaciones profesionales, los viajes…la economía, la política, la sociología…el arte…todos ellos, ámbitos de imputs en doble dirección, son axiales en el devenir de las tendencias.
Todos estos imputs, existirían en forma de comodidad, de lujo, de calidad de vida desde los orígenes de la sociedad.
Antiguamente el concepto de moda tal y como lo manejamos en la época moderna no existía. Pero sí existían las tentaciones y el lujo. Todo lo deseable estaba relacionado con el placer, la victoria, el botín, lo difícil, lo exclusivo.
También en oriente lo lujoso, tendrá que ver con lo delicioso, en forma de haiku, el sonido de la nieve al crujir en el tejado, el reflejo del rostro en el agua.
Son las dos caras del lujo legendario, el venial y el pietista. Los pecados y las piedades.
En la antigüedad los vestidos eran representación de autoridad. De poder político, religioso y militar. Eran la forma de poner en evidencia la adscripción a un status o la tenencia de una autoridad.
Con el Renacimiento Italiano comienza a conocerse en las Cortes un cierto estilo y peculiaridad del vestido que se hace identitario sobre todo cuando los cortesanos visitan a otros príncipes o a otros señores.
Aparece pues la moda. Una forma de expresión sociológica que se desarrolla con sobriedad en la Corte Española del siglo XVI y tiene después un evidente dominio francés. La moda se escribe sobre todo desde el reinado de Luís XIV, desde Francia.
Desde la época del Rey Sol se desarrolla el concepto de la moda moderna, primero para seguir la decisión Real. Y después para seguir la distinción de la Corte. Los trajes como poder político, religioso, militar, se ven aumentados en sinónimos por los trajes de la burguesía ascendente que desea emular el lujo cortesano.
Esa dualidad de traje como poder representativo del antiguo régimen y traje como moda progresivamente representativo del nuevo régimen, se mantiene durante todo el siglo XVII y XVIII. En 1789 el terror revolucionario con Madame Guillotine, convirtió en realidad las previsiones de Beaumarchais con “Las bodas de Fígaro” o su lectura musical mozartiana, haciendo que la moda se imponga como sistema de comunicación visual individualizada, abierta a todos y no reducida a unos pocos elegidos.
Dos ideas como leitmotiv:
-la evolución en la edad moderna del traje como poder al traje como moda
-el lujo en el ámbito español
Entre el tesoro de Sardanápalo, su matanza y la guillotina
Los reyes y los soles
Para estudiar el análisis de tendencias en el siglo XXI, se debe tener en cuenta que el contexto se encuentra en fase madura.
El mercado viene dando y tomando, una enorme cantidad de imputs desde hace muchas décadas y ha provocado una cierta saturación de las mercadotecnias del ocio y el lujo.
Los imputs se localizan en el sector del vestido, pero también en todo lo que contextualiza el aspecto físico.
La alimentación, la sanidad, las habitaciones, las relaciones familiares, las relaciones sociales, las relaciones profesionales, los viajes…la economía, la política, la sociología…el arte…todos ellos, ámbitos de imputs en doble dirección, son axiales en el devenir de las tendencias.
Todos estos imputs, existirían en forma de comodidad, de lujo, de calidad de vida desde los orígenes de la sociedad.
Antiguamente el concepto de moda tal y como lo manejamos en la época moderna no existía. Pero sí existían las tentaciones y el lujo. Todo lo deseable estaba relacionado con el placer, la victoria, el botín, lo difícil, lo exclusivo.
También en oriente lo lujoso, tendrá que ver con lo delicioso, en forma de haiku, el sonido de la nieve al crujir en el tejado, el reflejo del rostro en el agua.
Son las dos caras del lujo legendario, el venial y el pietista. Los pecados y las piedades.
En la antigüedad los vestidos eran representación de autoridad. De poder político, religioso y militar. Eran la forma de poner en evidencia la adscripción a un status o la tenencia de una autoridad.
Con el Renacimiento Italiano comienza a conocerse en las Cortes un cierto estilo y peculiaridad del vestido que se hace identitario sobre todo cuando los cortesanos visitan a otros príncipes o a otros señores.
Aparece pues la moda. Una forma de expresión sociológica que se desarrolla con sobriedad en la Corte Española del siglo XVI y tiene después un evidente dominio francés. La moda se escribe sobre todo desde el reinado de Luís XIV, desde Francia.
Desde la época del Rey Sol se desarrolla el concepto de la moda moderna, primero para seguir la decisión Real. Y después para seguir la distinción de la Corte. Los trajes como poder político, religioso, militar, se ven aumentados en sinónimos por los trajes de la burguesía ascendente que desea emular el lujo cortesano.
Esa dualidad de traje como poder representativo del antiguo régimen y traje como moda progresivamente representativo del nuevo régimen, se mantiene durante todo el siglo XVII y XVIII. En 1789 el terror revolucionario con Madame Guillotine, convirtió en realidad las previsiones de Beaumarchais con “Las bodas de Fígaro” o su lectura musical mozartiana, haciendo que la moda se imponga como sistema de comunicación visual individualizada, abierta a todos y no reducida a unos pocos elegidos.
Dos ideas como leitmotiv:
-la evolución en la edad moderna del traje como poder al traje como moda
-el lujo en el ámbito español