jueves, 24 de diciembre de 2009

Ola Kolehmainen, Galería Vanguardia Bilbao


Objetos fotográficos
El artista Ola Kolehmainen inaugura en Bilbao una exposición individual. Sus fotografías captan con un ojo sin párpado visiones fragmentadas de bodegones arquitectónicos. Son unas imágenes de escuela minimalista pero llenas de matices sentimentales que consiguen desdibujar los límites de las técnicas artísticas.
Ola Kolehmainen. Fotografía. Galería Vanguardia, Bilbao. Del 20 de noviembre al 30 de diciembre
En una de las recientes fotografías de Ola Kolehmainen se representa con una visión frontal, un fragmento de la cubierta del Museo Guggenheim de Bilbao. Un arco iris de colores matizados se entrecruza con los reflejos titanio de las escamas del edificio. Se crea una alquimia entre el edificio retratado, la luz que lo ilumina y aquella otra luz que permite crear la ilusión fotográfica. El robo del momento de luz y espacio por el fotógrafo, resulta un sortilegio, algo misterioso. Así se titula la fotografía “El misterio de la luz”.
En el año 1954 el pintor surrealista René Magritte retrataba también el misterio de la luz. El célebre lienzo titulado “El imperio de las luces”, recoge una arquitectura que reflejada sobre un lago se ilumina al tiempo por el día y la noche. El fondo del cuadro es un cielo celeste con cúmulos y el frente del cuadro está envuelto en la noche. Esa simultaneidad del día y la noche nos asombra, tiene el poder de cautivarnos. Ese poder era calificado por el propio artista como “poesía”.
Medio siglo después y alejados de los –ismos de las vanguardias, encontramos fotografías como las de Kolehmainen, en las que destaca el lenguaje poético. Esa capacidad de combinar visiones y mezclar la fugacidad de la luz con el estatismo de la arquitectura, nos cautiva también y nos hace descubrir un universo poético.
Los matices de luz oníricos o vinculados al sueño y la noche de los surrealistas y las luces del instante de Kolehmainen tienen la vocación poética que va más allá de lo que vemos y entran en el terreno de lo sugerido, en lo sentimental.
Durante las últimas décadas las fotografías de arquitecturas frías, con encuadres frontales, líneas severas y colores planos, han servido como medio de representación de un mundo hastiado de estética. En las fotografías de Kolehmainen se aprecian los rasgos de las nuevas escuelas de retratística de edificios. Las líneas severas de sus arquitecturas contemporáneas, los planos de frente, los colores nítidos…pero lejos de ser escenas frías, son emocionales.
El concepto de creación emocional se adscribe en años recientes al ámbito del diseño industrial y es extrapolable a los otros campos de las artes. Es una creación inspirada en los sentimientos, son objetos o luces o sonidos o aromas que nos evocan algo cercano al corazón. Así los matices de luz en las fotografías de Kolehmainen, lo alejan de la frialdad de las arquitecturas retratadas y lo acercan a la dúctil caricia de la luz. Ahora un arco iris, luego una sombra como de la naturaleza, una ráfaga de lluvia o el reflejo de un árbol, destacan victoriosos sobre las industriosas edificaciones. Es minimalista, lo mismo que son austeros los espacios yermos de los cuadros de Magritte y en ambos autores apreciamos el guiño de lo sentimental.
Aún otra referencia al genio surrealista de Magritte para dialogar con la obra de Kolehmainen. Tras las recientes grandes monográficas dedicadas al fotógrafo en Wasa y Copenhague, la actual muestra bilbaína selecciona piezas entorno al título “Un edificio no es un edificio”, un retruécano con aquel también célebre retrato de una pipa, firmado por Magritte que lleva una leyenda que dice “esto no es una pipa”. Es una representación de una pipa, una ficción. Lo mismo que las arquitecturas en las fotografías de Kolehmainen no son una arquitectura, son un fragmento de realidad. Una visión cientifista de partes de edificios que siguen la lógica de la parte por el todo.
Aún se podría decir de las fotografías de Kolehmainen que no son fotografías, son algo más. El tamaño monumental y la técnica del diaasec, las convierten en un objeto escultórico en si mismo. La imagen del edificio que aparece cubierta por reflejos, reflecta así mismo al espectador, lo mismo que los cuadros de Francis Bacon, en los que el que observa se observa a así mismo en la obra. Esta naturaleza híbrida de piezas basadas en el gran formato, integradas por imagen y soporte físico que además hace juego de los espejos y está presentada en un discurso minimalista, las acerca a la escultura. Emocionalmente llega al espectador el recuerdo de las esculturas envolventes creadas por Dan Graham.
Los pabellones de formas severas creados por Dan Graham son pequeñas arquitecturas racionalistas, igual que gran parte de los edificios retratados por Kolehmainen. En esas esculturas de cristal y espejo de Graham se reproduce el efecto traslucido de las torres de cristal contemporáneas. Con Kolehmainen la parte se hace el todo, y no solo nos muestra un “close up” de torres de cristal, sino que la fotografía en sí es reflectante y envolvente, como los pabellones-edificio-escultura de Graham.
Estamos pues, en el final de la fotografía fría, ante la obra de un artista que nos abre visiones hacia la poesía con soportes nunca vistos antes, objetos fotográficos.
Román Padín Otero
I´ve published este texto sobre Ola Kolehmainen en el Mugalari...excelente visión de las arquitecturas...Román