DONDE DA LA VUELTA EL AIRE: EL PAZO DE SEÑORÁNS
ROMÁN PADÍN
Dedicar una tarde de primavera a perderse entre las recoletas vías de las montañas gallegas en la zona de las Rías Baixas no puede ser mejor aventura para el viajero curioso. A las vistas de los campos llenos de rumorosos pinos y árboles como las palmeras o las araucarias, salpicadas en algunas de las propiedades ajardinadas en el siglo XIX por los indianos retornados, se unen las perspectivas infinitas de los viñedos acariciando las lomas y los valles. Transitando por las carreteras del Salnés, sinuosas como el trenzado de un cesto de mimbre, se descubren edificaciones de piedra con forma de torre en unos casos, de gran casa con patín en otros. Algunas tienen doble orden y en el superior unas arcadas se esconden coquetas tras las balconadas de granito torneado con las formas del barroco de placas. Cuando la música del tiempo junta uno de esos viñedos infinitos de la Galicia técnica del siglo XXI con el encanto pétreo de uno de los pastorales pazos decimonónicos acontece una suerte de mágica vuelta del aire. Citando a Gonzalo Torrente Ballester en su libro segundo de la trilogía Los gozos y las sombras, el titulado Donde da la vuelta el aire, el viaje a los pazos del Salnés se convierte en una ruta literaria del recuerdo de una Galicia de la Belle Époque trufada con las sorpresas para los sentidos de un país gallego contemporáneo e hipermoderno. Una de las más bellas bodegas de la zona del Salnés es el Pazo de Señoráns, que se sitúa en Vilanoviña, en la localidad pontevedresa de Meis. La propiedad esconde un bellísimo conjunto arquitectónico que evoca la Galicia naturalista de gran casa blasonada con escudo, hórreo, palomar y capilla. Además, está la finca rodeada de una de esas extensiones donde el aire da la vuelta con viñedos que producen caldos con la DO Rías Baixas. La finca fue adquirida por sus actuales propietarios hace alrededor de tres décadas y se ha convertido en el gran proyecto estético y enológico de los Mareque Bueno.Marisol Bueno, la señora de la casa, que fue durante 21 años la presidenta del Consejo Regulador Rías Baixas, me cuenta como se enamoraron de la propiedad a primera vista y tras adquirirla la dedicaron inicialmente a la plantación de kiwis. Con la idea de no hacer de ella un lugar centrado en un solo producto y apoyados en sus conocimientos de la cultura del vino emprendieron la adaptación de las plantaciones y de los servicios del pazo para dedicarlos a la elaboración de vinos. Su trabajo desde la bodega y desde el Consejo Regulador ha dado grandes frutos. No solo comercializan sus vinos con el nombre Pazo de Señoráns en todos los continentes con gran presencia en el mercado de los Estado Unidos. Si no que también emprendieron y alcanzaron junto a los otros bodegueros y profesionales del vino en Galicia la reordenación del sector bajo los dictados de la calidad integral, algo que ha producido grandes beneficios económicos y de mercado. En la actualidad, los nuevos pazos del siglo XXI que se dedican a la producción de vinos, siguen una rigurosa sistemática para alcanzar a controlar el producto de manera integral desde la plantación, la vendimia, la transformación, el etiquetado y la venta.La producción bajo la denominación es fundamentalmente en blancos y hay también embotellado de tintos. Las variedades que se elaboran son destacadamente albariño, loureiro, treixadura y caíño blanco. Al controlar el producto con una contra etiqueta Rías Baixas se fija un origen conocido y una calidad de referencia para unas uvas peculiares y autóctonas.El gran logro de las inversiones en el mejoramiento de los pazos y la creación de bodegas ha permitido la excelencia exponencial de los vinos gallegos. El acceso a los distintos mercados de las bodegas con el apoyo de administraciones e institutos como Xunta de Galicia y el ICEX, posibilitó la participación de todas esta nuevas industrias del vino en ferias como Alimentaria en Barcelona, citas en el Reino Unido, en Holanda, en Japón, en otros mercados independientes y también en eventos como los Fancy Food de Estados Unidos, donde el consumo del vino aumenta cada año y es un mercado muy interesante. En San Francisco, Chicago o Nueva York suelen celebrarse eventos sociales para presentar las novedades del vino gallego. En el Financial Times se ha citado con alabanzas el vino del Pazo de Señoráns y de las otras bodegas gallegas. Además críticos gastronómicos como Robert Parker o celebrities como Woody Allen alaban con pasión la grandeza del vino gallego. Aparte de la presentación de los campos gallegos y de sus productos en los mercados exteriores hay una muy interesante actividad de mantenimiento, cuidado y embellecimiento de estas casas señoriales, sus jardines y rutas. Así, apoyados en la cultura del Camino de Santiago y con la filosofía del slow food y el turismo de calidad son muchos los pazos y bodegas que entran en unas apasionantes rutas que vinculan arquitectura, paisajismo, gastronomía y el goce del néctar de Baco, el vino.
Un jardín y más. Los bosques y parterres de campos gallegos
En no pocas grandes casas solariegas gallegas se disfruta de un bonito jardín. En ocasiones la influencia del jardín inglés con las formas de Capability Brown, caracterizadas por las suaves colinas cubiertas de césped, los grupos de árboles frondosos y las arquitecturas decorativas, son las que determinan el estilo que se aprecia en los alrededores de los pazos. Otras casonas tienen jardín de estilo francés inspirado en el rigor de parterres de boj, fuentes ornamentales y perspectivas geométricas semejantes a los jardines de André le Nôtre.Hay también un propio estilo gallego ecléctico que combina los setos de boj, los grupos de camelios y las bellas arquitecturas con uso labriego, como se aprecia en el Pazo de Señoráns.El jardín es una de las pasiones de Marisol Bueno. Su marido, Javier Mareque, y sus cuatro hijos, también son muy aficionados a la vida en el campo. De entre los árboles que pueblan su enorme jardín me destacan una magnífica sequioa de monumentales proporciones. Cerca del palomar hay una elegante araucaria y también un bosque de camelias. En una de las entradas de la finca un enorme laberinto de boj jalona el paseo y va descubriendo con enigma unas preciosas vistas de las varias veces centenaria gran casa.Además, los castaños de la finca sirven de decorado umbrío al gran hórreo de la finca y a una de las alas de la casa que se dedica a destilería de licores. Tras ella un singular ejemplar de árbol del amor con flores de color rosa, cercis siliquastrum.Aparte de toda esta flora ornamental, la finca destaca por las grandes extensiones de vides que cubren varias colinas circundantes al pazo. En época de vendima una cohorte de operarios y medios mecánicos llenan la propiedad para recoger la uva. En una de las alas de la edificación se ha diseñado un acceso para las toneladas de materia prima que luego de ser tarada y pesada pasa a la transformación en un sistemático proceso que combina lo mejor de la artesanía con las más altas condiciones organolépticas.De las tierras de la finca no sólo se recogen vinos, si no que también algunas variedades de licores de denso paladar forman parte del catálogo de la bodega.
Salones y galerías decorados con estilo en ‘toiles de jouy’
En la casona recibe al visitante una gran entrada palaciega con portada de piedra coronada por pináculos y crucifijo. A la derecha, la capilla es de proporciones idealizantes.De fachada barroca, la pequeña iglesia tiene un típico campanario en el vértice de una cornisa a dos aguas. Dentro, un maravilloso cuadro de escuela vasca completa una decoración apoyada en reclinatorios de terciopelo rojo y lámparas de cristal tallado.El acceso a la casa es elegante, con una perspectiva de macetas en terracota y lámparas de latón lacado. Un gran distribuidor con suelo de granito da acceso a las distintas habitaciones. Todo está decorado con bodegones de frutas y flores autóctonas como calabazas, manzanas, camelias y crisantemos. La gran escalera que da acceso a las habitaciones del piso superior tiene una preciosa balaustrada de hierro forjado y se corona por un quinqué de bronce dorado y cristales biselados.Los salones de la planta noble se suceden en una armoniosa decoración basada en los muebles de estilo inglés con maderas tratadas a la cera. Destaca un piano forte de limoncillo y unas butacas de estilo Fernandino tapizadas en arpillera beige. Un acento que da personalidad a toda la casa son los papeles pintados a juego con telas de tapicería que repiten motivos de chinoiseries, parejas de época en escenas galantes y venatorias junto a riding scenes. Son los estampados de toiles de jouy que cubren la casa repitiendo en el interior de la vivienda la estética sincopada de hojas ensartadas por los viñedos que llenan los campos de esta finca gallega. Además las obras de arte como tapices, cuadros y bonitos jarros de cerámica se ordenan en los muros. Un jardín en la pared del salón, una vid en el centro del comedor.
Dedicar una tarde de primavera a perderse entre las recoletas vías de las montañas gallegas en la zona de las Rías Baixas no puede ser mejor aventura para el viajero curioso. A las vistas de los campos llenos de rumorosos pinos y árboles como las palmeras o las araucarias, salpicadas en algunas de las propiedades ajardinadas en el siglo XIX por los indianos retornados, se unen las perspectivas infinitas de los viñedos acariciando las lomas y los valles. Transitando por las carreteras del Salnés, sinuosas como el trenzado de un cesto de mimbre, se descubren edificaciones de piedra con forma de torre en unos casos, de gran casa con patín en otros. Algunas tienen doble orden y en el superior unas arcadas se esconden coquetas tras las balconadas de granito torneado con las formas del barroco de placas. Cuando la música del tiempo junta uno de esos viñedos infinitos de la Galicia técnica del siglo XXI con el encanto pétreo de uno de los pastorales pazos decimonónicos acontece una suerte de mágica vuelta del aire. Citando a Gonzalo Torrente Ballester en su libro segundo de la trilogía Los gozos y las sombras, el titulado Donde da la vuelta el aire, el viaje a los pazos del Salnés se convierte en una ruta literaria del recuerdo de una Galicia de la Belle Époque trufada con las sorpresas para los sentidos de un país gallego contemporáneo e hipermoderno. Una de las más bellas bodegas de la zona del Salnés es el Pazo de Señoráns, que se sitúa en Vilanoviña, en la localidad pontevedresa de Meis. La propiedad esconde un bellísimo conjunto arquitectónico que evoca la Galicia naturalista de gran casa blasonada con escudo, hórreo, palomar y capilla. Además, está la finca rodeada de una de esas extensiones donde el aire da la vuelta con viñedos que producen caldos con la DO Rías Baixas. La finca fue adquirida por sus actuales propietarios hace alrededor de tres décadas y se ha convertido en el gran proyecto estético y enológico de los Mareque Bueno.Marisol Bueno, la señora de la casa, que fue durante 21 años la presidenta del Consejo Regulador Rías Baixas, me cuenta como se enamoraron de la propiedad a primera vista y tras adquirirla la dedicaron inicialmente a la plantación de kiwis. Con la idea de no hacer de ella un lugar centrado en un solo producto y apoyados en sus conocimientos de la cultura del vino emprendieron la adaptación de las plantaciones y de los servicios del pazo para dedicarlos a la elaboración de vinos. Su trabajo desde la bodega y desde el Consejo Regulador ha dado grandes frutos. No solo comercializan sus vinos con el nombre Pazo de Señoráns en todos los continentes con gran presencia en el mercado de los Estado Unidos. Si no que también emprendieron y alcanzaron junto a los otros bodegueros y profesionales del vino en Galicia la reordenación del sector bajo los dictados de la calidad integral, algo que ha producido grandes beneficios económicos y de mercado. En la actualidad, los nuevos pazos del siglo XXI que se dedican a la producción de vinos, siguen una rigurosa sistemática para alcanzar a controlar el producto de manera integral desde la plantación, la vendimia, la transformación, el etiquetado y la venta.La producción bajo la denominación es fundamentalmente en blancos y hay también embotellado de tintos. Las variedades que se elaboran son destacadamente albariño, loureiro, treixadura y caíño blanco. Al controlar el producto con una contra etiqueta Rías Baixas se fija un origen conocido y una calidad de referencia para unas uvas peculiares y autóctonas.El gran logro de las inversiones en el mejoramiento de los pazos y la creación de bodegas ha permitido la excelencia exponencial de los vinos gallegos. El acceso a los distintos mercados de las bodegas con el apoyo de administraciones e institutos como Xunta de Galicia y el ICEX, posibilitó la participación de todas esta nuevas industrias del vino en ferias como Alimentaria en Barcelona, citas en el Reino Unido, en Holanda, en Japón, en otros mercados independientes y también en eventos como los Fancy Food de Estados Unidos, donde el consumo del vino aumenta cada año y es un mercado muy interesante. En San Francisco, Chicago o Nueva York suelen celebrarse eventos sociales para presentar las novedades del vino gallego. En el Financial Times se ha citado con alabanzas el vino del Pazo de Señoráns y de las otras bodegas gallegas. Además críticos gastronómicos como Robert Parker o celebrities como Woody Allen alaban con pasión la grandeza del vino gallego. Aparte de la presentación de los campos gallegos y de sus productos en los mercados exteriores hay una muy interesante actividad de mantenimiento, cuidado y embellecimiento de estas casas señoriales, sus jardines y rutas. Así, apoyados en la cultura del Camino de Santiago y con la filosofía del slow food y el turismo de calidad son muchos los pazos y bodegas que entran en unas apasionantes rutas que vinculan arquitectura, paisajismo, gastronomía y el goce del néctar de Baco, el vino.
Un jardín y más. Los bosques y parterres de campos gallegos
En no pocas grandes casas solariegas gallegas se disfruta de un bonito jardín. En ocasiones la influencia del jardín inglés con las formas de Capability Brown, caracterizadas por las suaves colinas cubiertas de césped, los grupos de árboles frondosos y las arquitecturas decorativas, son las que determinan el estilo que se aprecia en los alrededores de los pazos. Otras casonas tienen jardín de estilo francés inspirado en el rigor de parterres de boj, fuentes ornamentales y perspectivas geométricas semejantes a los jardines de André le Nôtre.Hay también un propio estilo gallego ecléctico que combina los setos de boj, los grupos de camelios y las bellas arquitecturas con uso labriego, como se aprecia en el Pazo de Señoráns.El jardín es una de las pasiones de Marisol Bueno. Su marido, Javier Mareque, y sus cuatro hijos, también son muy aficionados a la vida en el campo. De entre los árboles que pueblan su enorme jardín me destacan una magnífica sequioa de monumentales proporciones. Cerca del palomar hay una elegante araucaria y también un bosque de camelias. En una de las entradas de la finca un enorme laberinto de boj jalona el paseo y va descubriendo con enigma unas preciosas vistas de las varias veces centenaria gran casa.Además, los castaños de la finca sirven de decorado umbrío al gran hórreo de la finca y a una de las alas de la casa que se dedica a destilería de licores. Tras ella un singular ejemplar de árbol del amor con flores de color rosa, cercis siliquastrum.Aparte de toda esta flora ornamental, la finca destaca por las grandes extensiones de vides que cubren varias colinas circundantes al pazo. En época de vendima una cohorte de operarios y medios mecánicos llenan la propiedad para recoger la uva. En una de las alas de la edificación se ha diseñado un acceso para las toneladas de materia prima que luego de ser tarada y pesada pasa a la transformación en un sistemático proceso que combina lo mejor de la artesanía con las más altas condiciones organolépticas.De las tierras de la finca no sólo se recogen vinos, si no que también algunas variedades de licores de denso paladar forman parte del catálogo de la bodega.
Salones y galerías decorados con estilo en ‘toiles de jouy’
En la casona recibe al visitante una gran entrada palaciega con portada de piedra coronada por pináculos y crucifijo. A la derecha, la capilla es de proporciones idealizantes.De fachada barroca, la pequeña iglesia tiene un típico campanario en el vértice de una cornisa a dos aguas. Dentro, un maravilloso cuadro de escuela vasca completa una decoración apoyada en reclinatorios de terciopelo rojo y lámparas de cristal tallado.El acceso a la casa es elegante, con una perspectiva de macetas en terracota y lámparas de latón lacado. Un gran distribuidor con suelo de granito da acceso a las distintas habitaciones. Todo está decorado con bodegones de frutas y flores autóctonas como calabazas, manzanas, camelias y crisantemos. La gran escalera que da acceso a las habitaciones del piso superior tiene una preciosa balaustrada de hierro forjado y se corona por un quinqué de bronce dorado y cristales biselados.Los salones de la planta noble se suceden en una armoniosa decoración basada en los muebles de estilo inglés con maderas tratadas a la cera. Destaca un piano forte de limoncillo y unas butacas de estilo Fernandino tapizadas en arpillera beige. Un acento que da personalidad a toda la casa son los papeles pintados a juego con telas de tapicería que repiten motivos de chinoiseries, parejas de época en escenas galantes y venatorias junto a riding scenes. Son los estampados de toiles de jouy que cubren la casa repitiendo en el interior de la vivienda la estética sincopada de hojas ensartadas por los viñedos que llenan los campos de esta finca gallega. Además las obras de arte como tapices, cuadros y bonitos jarros de cerámica se ordenan en los muros. Un jardín en la pared del salón, una vid en el centro del comedor.
En el pazo de Señoráns una sublime idealización del campo gallego, publicado hoy en el correo gallego