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MEDIDA POR MEDIDA
ROMÁN PADÍN OTERO
En este año se celebra el bicentenario del nacimiento de Franz Liszt y es placer de instituciones programar con mayor ímpetu sus magnas obras. Javier Otero Neira, un joven y magnífico profesor de piano en el conservatorio de Vigo, ha estudiado los cuadernos de Los años de peregrinación del músico romántico y los interpreta en este invierno, dentro del ciclo de conciertos de la Fundación Juan March en Madrid.
Las casas y sedes de los March están siempre en la excelencia. Entre colecciones de objetos preciosos y compromiso con la vanguardia arquitectónica, se disfruta en su sede del barrio de Salamanca de documentadas exposiciones y elegantes conciertos gratuitos. Como adelanto y primicia, el maestro Maximino Zumalave organizó en Santiag, un concierto para un grupo de amigos, en el que Javier Otero Neira tocó el que será su programa en Madrid. Fue una velada deliciosa y divertida, con vehemencia en la interpretación y atención fascinada entre el pequeño grupo que conformábamos la audiencia.
Sólo una nube asomaba, como en la ópera Il pirata de Bellini, y es la imposibilidad que encuentra el joven músico para actuar en público. Tras casi seis meses estudiando la partitura de Liszt, el joven músico gallego sólo interpretará la obra en ese singular concierto privado y en la March de Madrid. Con todas las arquitecturas públicas dotadas de personal que hemos hecho en los últimos años, ¿cómo no hay programación de solistas en las salas de concierto? Movilizar a una sinfónica podría parecer arduo, pero a diversos solistas para una temporada, ¡parece más que factible!
Medida por medida, aprovechemos los recursos de las vetustas ciudades gallegas y la nueva e inquietante ciudad de la cultura.
Donde sí existe programación de solistas y acompañantes, es en el Festival Todo Lírica, que se celebra cada troco de año en Santiago. En cada edición es una maravilla poder escuchar en el recoleto Teatro Principal, nuestra preciosa fenice, arias de zarzuela, opereta, musical y canciones dilectas de los cantantes invitados. El gran descubrimiento de esta edición fue el Ave María de Giulio Caccini (1550-1618) cantada por Sabina Puértolas. Un lamento lleno de emotividad que invocaba a la virgen con una música caracterizada por una atemporalidad preciosa.
Medida por medida, una voz única en una cita musical recoleta crea la memoria musical de una estación. Entre las artes y la monumentalidad de las obras, magnas por calidad, no por volumen.