roberto gonzález fernández
el artista Roberto González Fernández expone en la Galería Sargadelos de Monforte. Bajo el títuloHolyrood 0809, presenta una selección de sus paisajes más recientes. Obras en las que se recrean óleos sobre lienzo, realizados por el propio artista en series previas y que ahora son intervenidos por medio de gráfica digital para ofrecer una visión fragmentada de naturalezas exentas de figuras y arquitecturas.
El poder del medio natural, abruma al artista, llenando su visión de lontananzas verdes, rocas y líneas de fuga bajo cielos troquelados. Son un conjunto de divertimentos, en el sentido más riguroso del término, pues agradan a la vez que hacen gozar del virtuosismo técnico, e invitan a celebrar la naturaleza como magna obra de la plástica universal. Hoy ante la crisis estética, miramos a los paisajes con sus monumentales fugas, variaciones, caminos y enigmas.
El enigma de la obra de arte es el gran poder que trasmite cada creador a sus invenciones.
Cuando vemos las pictografías de RGF, ocurre lo semejante y nos admira, su orden compositivo, el tratamiento de la luz, la elegante elección de temas y el compromiso con su época. El artista romántico conocía las vehemencias de su tiempo, el simbolista los sortilegios de sus décadas y el artista del siglo XXI, conoce intelectual, la realidad social y el devenir filosófico plástico de sus años.
Entre tanta frivolidad, es gozoso ver creadores como este. Un gallego que vive en el extranjero y que no es muy celebrado por el gran público de su país y del que se pueden alcanzar muchas nuevas visiones del mundo.
El arte figurativo actual, y la escuela figurativa española contemporánea, no tienen gran predicamento. Por motivos que se me escapan, la mayoría de los directores de museos, en un alarde de snobismo famélico de postdictadura cultural, prefieren lo que sea conceptual, árido y sieso, a cualquier propuesta pictográfica divulgativa. La realidad es que ambas formas, lo conceptual y lo visual, conviven en el hoy. Ambas formas deberían tener presencia en la programación institucional, pues la heterogeneidad y el eclecticismo, acercan la realidad al museo. Hoy, en pleno cambio de ciclo, es necesario repensar el museo y el centro de arte para alejarlos de la hipertrofia transmoderna y encontrar nuevamente en ellos, una semilla de la vida estética y ética. De otro modo es mejor dejar al museo caer como ruina industrial en el olvido. Esta afirmación punk, llama a las barricadas y convoca a la agitación de fin de ciclo. Pensemos lo que interesa y no lo que nos dirigen, con artistas como Roberto González, reencontramos libertad y pensamiento.
roman padin otero